martes, 22 de enero de 2019

Polémicas recurrentes o ¡qué cansinos son...!

  Después de tanto tiempo siguiendo la actualidad política de aquesta comunidad autónoma, hay polémicas que por cíclicas, recurrentes y estériles me resultan especialmente cansinas. Una de ellas es la que se produce cada vez que el gobierno de turno presenta unos nuevos Presupuestos Generales del Estado.


Virginia Barcones, Delegada del Gobierno
El manual a seguir por unos y por otros siempre es el mismo. Para el partido gobernante, la propuesta presupuestaria es el no va a más para Castilla y León, que, amén de beneficiarse de todos avances y mejoras que contiene, goza de un maná de inversión territorial sin parangón. La botella antes semivacía se ve ahora casi enteramente llena. 
Obviamente, la oposición ve esa misma botella prácticamente vacía, si es que no vacía del todo. Con la particularidad de que las críticas más aceradas suelen proceder del anterior partido gobernante, que en este caso se ha pasado todo el septenio de Mariano Rajoy justificando unas cuentas mucho más restrictivas y cicateras con esta comunidad.

 Sin abochornarse lo más mínimo, algunos conspicuos dirigentes del PP se permiten verbigracia clamar contra la escasa dotación prevista para continuar autovías como la del Duero o la León-Valladolid, que apenas han avanzado un kilómetro durante todo el periodo del gobierno anterior. Pero la impostura es consustancial a la política -a toda, a la vieja y a la nueva, que en esto tanto da-, máxime si nos encontramos, como ocurre, en plena precampaña electoral.

 Tres cuartos de lo mismo sucede en torno a los Presupuestos de la Comunidad Autónoma, que para la Junta siempre son lo más y para la oposición una absoluta calamidad, con la salvedad en esta última Legislatura de la ambigua y equívoca posición de Ciudadanos, que globalmente nunca  los comparte, pero luego siempre facilita su aprobación a cambio de un irrelevante puñado de enmiendas. Este último apaño no se ha producido este año, ya que el gobierno zombi de Juan Vicente Herrera ha decidido no complicarse el escaso tiempo que le queda elaborando y defendiendo unos Presupuestos para 2019.

Del Olmo ayer en la barriada vallisoletana  de Las Viudas
 Ya comentamos aquí la socorrida excusa argüida para no presentarlos, tan falaz que no ha sido óbice para que otras comunidades gobernadas por el PP -sin ir más lejos la Galicia del amigo Alberto- hayan cumplido con sus deberes presupuestarios. Pero lo peor no es que el gobierno Herrera se haya pasado por el forro el Estatuto de Autonomía, sino que la caprichosa prórroga del Presupuesto de 2018 resulta absolutamente lesiva para Castilla y León, que no podrá tomar las medidas imprescindibles para recuperar la calidad de los servicios públicos -el deterioro de la Sanidad empieza a clamar al cielo-, dinamizar la economía y combatir el desplome demográfico que asola a esta comunidad.

 Lo más inaudito del caso es que tan clamoroso incumplimiento de los deberes propios no ha impedido a la Junta descalificar con brocha gorda el Proyecto de Presupuestos del Estado, como se han permitido la consejera Portavoz y de Agricultura, Milagros Marcos, y la de Economía y Hacienda, Pilar del Olmo, esta última dedicada ya, sin recato y con la impagable colaboración del vicepresidente De Santiago-Juárez, a su ardua misión de conquistar la alcaldía de Valladolid. Todo ello con el agravante de que el veto del PP en el Senado al techo de gasto propuesto inicialmente por el gobierno Sánchez ha privado a las comunidades autónomas de una mayor capacidad de financiación, cifrada para Castilla y León en 124 millones de euros.

Otra manida y recurrente polémica es la de los consabidos agravios comparativos entre las distintas provincias de Castilla y León, mayormente entre casi todas las “periféricas” y Valladolid, capital oficiosa de la comunidad. Una controversia provinciana en la que se lleva la palma la rivalidad entre Valladolid y León.

Óscar Puente y Antonio Silván
 Tras las anteriores elecciones municipales, los nuevos alcaldes de ambas capitales, Óscar Puente y Antonio Silván, el primero del PSOE y el segundo del PP, sorprendieron al personal intercambiando visitas y firmando un protocolo que pretendía poner fin a esa política de campanario y abrir vías de cooperación entre las dos ciudades. Y en esa misma línea de concordia y búsqueda de sinergias se pronunciaron los presidentes de las respectivas Diputaciones provinciales, estos ambos del PP. Todo ello constituyó sin duda un importante paso para superar esas rencillas aldeanas y avanzar en la eterna asignatura pendiente de la vertebración social y política de esta comunidad autónoma.

 Pero se han aproximado las próximas elecciones y aquel paso se acaba de desandar bruscamente. Unas declaraciones de Óscar Puente, abogando por una mayor concentración de la inversión pública en Valladolid han desatado de nuevo las hostilidades. Todo el arco político de León, incluidos los socialistas, se ha sentido atacado y se ha tirado como un solo hombre a la yugular del primer edil vallisoletano. Si las declaraciones de Puente tenían evidente trasfondo electoralista, no menos electoralista ha sido la unánime reacción suscitada en León. 
En fin, otra vez la trasnochada polémica del agravio comparativo como arma arrojadiza para engatusar a incautos por parte de una grey política que no da más de sí. ¡Cansinos que son…!