Exentos de cualquier complejo, PP y
Ciudadanos se han empeñado en Castilla y León en refrendar el fatídico
principio de la Ley
de Murphy según el cual todo es susceptible de empeorar. Si ya el principio de
acuerdo alcanzado entre ambos para repartirse la Junta constituía toda una
felonía al electorado por parte de la formación de Albert Rivera, que utilizó como máxima bandera electoral el cambio político
y la regeneración democrática en una comunidad mancillada por 32 años de
gobierno del PP, el enjuague pactado en el ámbito municipal y provincial
(Ayuntamientos y Diputaciones) alcanza plenamente la categoría de ignominia.
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Mario Simón,alcalde de Palencia |
De plantear de forma sobrevenida y
retroactiva un veto a alcaldes y presidentes de Diputación que llevaban 8 años
en el cargo, Ciudadanos se descolgó la semana pasada exigiendo, así sin más,
las alcaldías de Burgos y Palencia y las presidencias de las Diputaciones de
Burgos y Segovia, corporaciones todas ellas en las que el partido naranja es la
tercera fuerza política a años luz de las dos primeras. ¡Menos mal que no
perseguían sillones y abjuraban del cambio de cromos…!
Y no
sin algún cabreo interno -singularmente por parte del presidente provincial del
PP y de la Diputación
de Burgos, César Rico- el PP se avino
al capricho de la cúpula nacional naranja. En este punto la postura de los
populares ha sido clara y diáfana desde el primer instante: tragar con todo lo
que sea con tal de que Alfonso Fernández
Mañueco sea presidente de la
Junta y el partido siga conservando el grueso del momio de la Administración
Autonómica. Ya se compensará desde el Colegio de la Asunción a los
damnificados con otros cargos al nivel adecuado (atentos especialmente a los
próximos delegados territoriales en Burgos, Palencia o Segovia).
Éramos
pocos y reaparece Maroto.- Con ese aberrante compromiso se llegaba el
pasado sábado a la constitución de los ayuntamientos de Burgos y Palencia, en
los que PP y Ciudadanos daban por descontado que Vox, imprescindible para consumar el cambalache, asumiría sin resistencia su papel de comparsa.
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Daniel de la Rosa, alcalde de Burgos |
Y he aquí que
los dos concejales burgaleses de la ultraderecha no pasaron por el aro y la
alcaldía recayó sobre el socialista Daniel
de la Rosa,
cabeza de lista del partido más votado (11 concejales), dejando colgado de la
escalera a Vicente Marañón, el
candidato de Ciudadanos, que, con 5 de los 27 concejales, pretendía ser
alcalde. C´s no midió el riesgo de que en Vox alguien se rebelara ante el
ninguneo y desprecio inflingido por Rivera y los suyos. Y en el pecado han
llevado la penitencia.
¿Y cual fue la reacción del PP ante
semejante chasco? Pues la de añadir mayor
dosis de ignominia, anunciando desde Madrid a través del devaluado Javier
Maroto (ese fracasado incapaz de renovar su propio escaño de diputado al que Pablo Casado había relegado tras el
fiasco de las pasadas elecciones generales) una inmediata moción de censura que
haga alcalde, sí o sí, a Marañón, no vaya a peligrar si no la presidencia de
Fernández Mañueco. Hasta los mismos de C´s han tenido que frenar los ímpetus
del motorista de Génova, entre otras cosas porque antes tendrán que
garantizarse que los díscolos de Vox entran en el redíl.
Y de milagro no se reprodujo la situación
en Palencia, donde el trágala al que ha sido sometido es Vox es aún más
indigerible que el de Burgos. El nuevo alcalde de Palencia, Mario Simón, confesó haberse enterado
por la prensa de que su partido había exigido para él la alcaldía de un
ayuntamiento en el que cuenta con tres de los 25 concejales.
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Alfonso Fernández Mañueco |
La reacción de la
única concejala de Vox, Sonia Lalanda, fue la de calificar de “bochornoso”
dicho pacto, del que se desmarcó haciendo de ello una cuestión de “dignidad”.
Sin embargo, en el último momento Lalanda secundó el apaño, del que el
principal damnificado no es el anterior alcalde, Alfonso Polanco (9 concejales), sino la socialista, Miriam Andrés (11 concejales). Después
de lo ocurrido en Burgos, que la ha dejado en evidencia, posiblemente la
concejala palentina de Vox esté arrepentida de la forma en que ha enterrado su
“dignidad”. Mientras el tal Simón tiene por delante todo un
papelón.
El vergonzante mutismo de Igea.- A todo esto, el
hasta ahora cabeza visible de Ciudadanos en la comunidad, Francisco Igea, lleva días desaparecido ante la opinión pública.
Arguyendo que no hablará hasta que no se cierre el pacto, el paladín del
cambio y de la regeneración democrática en Castilla y León no ha vuelto a decir
esta boca es mía. ¿Es que acaso lo de las alcaldías de Burgos y Palencia no ha formado
parte del pacto? Y suya fue la ocurrencia de vetar a los alcaldes del PP que
llevaran ya 8 años en el cargo, veto que por cierto no se ha aplicado en Aranda
de Duero, donde Raquel González ha
sido reelegida para un tercer mandato gracias al apoyo de C´s y Vox.
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Francisco Igea |
A la espera de lo que depare la
constitución de las Diputaciones provinciales, terreno especialmente abonado a
toda clase de componendas y más en las actuales circunstancias, el próximo acto
de este esperpento político va a tener lugar el próximo viernes, fecha fijada
para la constitución de las nuevas Cortes de Castilla y León. El acuerdo PP-C´s
ha de reflejarse en la elección de los seis miembros que integran la Mesa de la Cámara, ya que de lo
contrario el PSOE contaría con la presidencia, una vicepresidencia y una
secretaría, lo que de facto le otorgaría mayoría en dicho órgano.
Lo previsible es que populares y naranjas
pacten el nombramiento del nuevo presidente, presumiblemente de Ciudadanos, partido
que con 12 escaños se garantizaría así dos de los seis puestos de la Mesa, los mismos que
el PSOE (35 procuradores) y el PP (29). Aunque tratándose de una votación
secreta y visto el empeño Rivera -¿Quo vadis, Albert?- en dar pábulo a la
fatídica Ley de Murphy, habrá que esperar al escrutinio antes de dar nada por
sentado. Por estos lodazales discurre la política en Castilla y León.