«Esta
comunidad está cansada de 32 años de mayoría absoluta del PP, de
clientelismo, de soberbia, (…) No hemos venido aquí a que las
cosas sigan igual.”
Así se expresaba, no ya durante la campaña electoral, sino días
después de las elecciones del 28 de abril el vicepresidente único y
portavoz del inminente gobierno bipartito presidido por Alfonso
Fernández
Mañueco.
Por esas fechas, el que había sido candidato de Ciudadanos a la
presidencia de la Junta, Francisco
Igea,
todavía no había cambiado el “chip”. Seguía instalado en el
mantra del “cambio y la regeneración democrática”, algo
metafísicamente incompatible con el PP de Fernández Mañueco, de
naturaleza refractaria a esos principios.
Se
supone que Igea, que antes había afirmado que “Ciudadanos no podía
ser el salvavidas del PP”, no sospechaba que Albert
Rivera
había decidido que ese era justamente el papel a desempeñar por su
formación en Castilla y León: el del acólito que ayuda a sostenerse en el poder a ese partido clientelar y enfangado en estos últimos años por toda una panoplia de casos de corrupción. Más que
papel, todo un papelón para ese candidato que se ha pasado la mano
por la cara y se embarca en un gobierno presidido por el que “no es mi
presidente ideal”. (sic).
Un pacto tutelado y fraguado en Madrid |
Los
problemas con los que nace el inminente bipartito que se hace cargo
de la Junta son de otra naturaleza. De entrada, el gran escepticismo
que produce en un amplio sector de la población, probabemente
mayoritario, convencido de que había llegado el momento de la
alternancia política en Castilla y León Y ahí cabe incluir, como
el propio Igea ha reconocido, a parte del propio electorado de
Ciudadanos, convencido de que esa era la apuesta (porque era la del
candidato) que respaldaba en las urnas.
Bicefalia
de fábrica- Descontada la tradicional clientela del PP y la
élite de Ciudadanos que va a tocar poder, el entusiasmo que suscita
el gobierno Mañueco-Igea es perfectamente descriptible Escepticismo
general y manifiesta falta de credibilidad del dúo que lo encabeza.
El presidente “in péctore” de la Junta representa el continuismo
más absoluto; y además no lo disimula, hasta el punto de que se
dispone a nombrar nuevamente consejero a uno que ya lo fue en el
siglo pasado. En cuanto a Igea, a estas alturas su palabra tiene el
mismo valor que la de cualquier charlatán de feria.
La nueva Mesa de las Cortes |
El
riesgo de que las seis consejerías en manos del PP obedezcan a unas
directrices políticas y las cuatro controladas por Ciudadanos
atiendan otras, actuando amb0s bloques como sendos
compartimentos-estanco que se miran de reojo, es más que evidente.
No estaríamos ante un gobierno bipartito, sino ante un gobierno
partido en dos en el que ambas facciones están abocadas a competir
entre sí en busca del mayor rédito político en beneficio de sus
respectivos partidos.
Luis Tudanca con Ana Sánchez y Virginia Barcones |
El
PSOE de Luis
Tudanca
conoce esas debilidades y no las va a dejar pasar por alto en una
labor de oposición que se presume sin cuartel desde el primer
minuto. De hecho, no ha esperado a la investidura para solicitar una
nueva comisión de investigación sobre la trama eólica, la Perla Negra, el polígono
de Portillo y las sedes exteriores de la Junta, pufos todos ellos que
no permitió investigar el PP en la comisión creada al efecto en la
pasada legislatura. Una solicitud que propone como primer
compareciente a Fernández Mañueco, cuya comparecencia fue reclamada por Ciudadanos ante la anterior comisión en su condición
de antiguo secretario autonómico del PP.
La
corrupción, el gran talón de Aquiles.- Los
socialistas saben que los casos de corrupción pendientes de
esclarecer constituyen un gran talón de Aquiles para el gobierno
Mañueco-Igea, respecto a los cuales el PP pretenderá seguir echando
tierra y Ciudadanos tiene que intentar guardar las apariencias como
supuesto adalid de la “regeneración democrática”, máxime
cuando ha promovido toda una consejería bajo esa denominación.
La
solicitud de volver a constituir la comisión de investigación que
el grupo popular se encargó de boicotear (precisamente con su
renovado portavoz, Raúl
de la Hoz,
a la cabeza) es el primer torpedo socialista lanzado sobre esa linea
de flotación. Pero hay mucha otra munición que pondrá a prueba la
consejería-trampantojo de “Transparencia y Regeneración
Democrática” ideada por Igea, quien por cierto apoyaba la pasada
semana en la Junta de Portavoces de las Cortes el incremento en un 24
por ciento de las subvenciones a los grupos parlamentarios, capítulo
que constiuye el máximo ejemplo de opacidad en el empleo de fondos
públicos.
La Perla Negra y su alargada sombra |
Habrá
que esperar al discurso de investidura para conocer de qué forma se
concretan las prioridades y compromisos del gobierno Mañueco-Igea.
Pero, a tenor de las 100 medidas esbozadas en el acuerdo de gobierno
suscrito previamente, no se atisba ninguna dinámica que saque a esta
comunidad de su lamentable estado de postración. Basta señalar la
forma en que se despacha el principal problema que arrastra Castilla
y León, cual es su desbocado desplome demográfico.
Un
problema al que se dedica una sola medida, la número 78, en cuyas
cuatro lineas se anuncia la creación de un grupo de expertos
independientes que en el plazo de un año elabore un diagnóstico y
emita un informe con propuestas de actuación. Es decir, que a estas
alturas, en lugar de aplicar sin dilación medidas de choque contra
una lacra perfectamente diagnosticada, se acuerda seguir mareando la
perdiz otro año más.
Y
si se actúa así con relación a un problema tan sangrante como la
despoblación, ya me dirán que puede esperarse de un gobierno con
tan deplorable falta de sensibilidad social...