“La gran mayoría quería un gobierno moderado y
lo que vamos a tener es uno radical y populista al que se suman los
separatistas”,
escribía en Twitter el presidente de la
Junta , Alfonso
Fernández Mañueco, horas antes de que diera comienzo el pasado debate de
investidura”. “Pedro Sánchez dinamita
la lealtad institucional y la colaboración
entre territorios”, twuiteaba después de conocer el discurso de
investidura. “No explica cómo va a
financiar servicios comprometidos y que tendremos que desarrollar las CC.AA.”, añadía.
Por su parte, el vicepresidente de la Junta , Francisco Igea, retwitteaba el mensaje anterior y al día siguiente
contestaba en la misma red al socialista Luis
Tudanca, quien había calificado la investidura como “la victoria de la esperanza
sobre el odio, de la democracia sobre el insulto”. “Quienes triunfan en esta investidura son quienes quieren un Estado
débil (…) los extremos y las
trincheras”, afirmaba Igea.
Pablo Casado y Alfonso Fernández Mañueco |
Aún no se había
conformado el nuevo gobierno central y la Junta ya se ponía en línea con la estrategia
anunciada por Casado de convertir los gobiernos autonómicos gobernados por el
PP en “dique de contención” para frenar al nuevo Ejecutivo presidido por Sánchez.
Al
servicio de Casado.-
Y el gobierno de Fernández Mañueco se ha puesto inmediatamente a la tarea encomendada desde la calle Génova,
vaticinando los perjuicios que se ciernen sobre Castilla y León en esta nueva
etapa abierta en la política española. Se da por descontado que las concesiones
y peajes territoriales a satisfacer a los partidos que, por acción u omisión,
han facilitado la investidura serán a costa de las comunidades autónomas
gobernadas por el frente político contrario a la misma. De entrada, en dos
campos fundamentales. De un lado, la reforma del actual modelo de financiación
autonómica, esto es, los nuevos criterios bajo los que se repartan los fondos
que el Estado transfiere a las Autonomías; de otro, la distribución territorial
de las inversiones de los próximos Presupuestos Generales del Estado.
Manifestación de sorianos contra la despoblación |
Asociar al nuevo gobierno con todos los males
potenciales es el preludio perfecto para practicar desde el primer día la estrategia del agravio y el victímismo practicada en el pasado por el PP cada vez que un socialista ha
ocupado La Moncloa. Lo hicieron Juan
José Lucas y Juan Vicente Herrera cuando gobernaron en solitario
Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero y en ello ya está
Fernández Mañueco.
Cortina de humo.- Culpabilizar de todo al gobierno socialista constituye a la vez la cortina de humo perfecta para desviar la atención de la ineficacia de la propia Junta para gestionar sus competencias y su incapacidad para afrontar los graves problemas estructurales que aquejan a la comunidad. Verbigracia, acabamos de conocer que a 30 de noviembre pasado tan solo se habían ejecutado 332 millones de los 587 millones de euros de toda la inversión pública presupuestada para el año 2019. Una falta de ejecución presupuestaria que no ha impedido que el déficit autonómico se haya desbocado en octubre hasta el 0,88 del PIB regional (532 millones de euros), ocho veces más del límite fijado.
Luis Tudanca y Pedro Sánchez |
Por mucha ingeniería contable que se aplique
en su elaboración, unos nuevos Presupuestos dejarían al descubierto el
verdadero agujero financiero de la Administración
Autonómica y con ello la chirriante decisión de eximir del
impuesto de sucesiones que hasta ahora tributaban las herencias superiores a
los 400.000 euros. Renunciar a ingresar varias decenas de millones de euros cuando las arcas autonómicas están
exhaustas retrata a la perfección el sesgo ideológico que comparte el bipartito
que gobierna la Junta.
En esa vieja estrategia del PP de camuflar sus
propias responsabilidades, a Fernández Mañueco le viene de perlas el nuevo
gobierno de Pedro Sánchez, perfecto chivo expiatorio para endosarle todos los
males de esta infortunada comunidad autónoma.