lunes, 20 de julio de 2020

¿Por qué lo llaman amor cuando es sexo y solamente sexo?


 Casi como si comparecieran para la prensa del corazón. Así se mostraron el pasado viernes el presidente de la Junta y del PP de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, y el vicepresidente único de su gobierno y fracasado aspirante a suceder al desaparecido Albert Rivera al frente de Ciudadanos, Francisco Igea. Un año después del matrimonio de conveniencia pactado para cohabitar el Colegio de la Asunción, la pareja proclamaba su amor, se piropeaba mutuamente casi hasta el empalago y se prometía fidelidad hasta el final de la legislatura.




Fonsi y Paco han querido compartir su inmensa dicha con castellanos y leoneses. Quieren que sepamos que aquellos recelos iniciales que presagiaban una relación tormentosa, tal que la tienen en la comunidad de Madrid la presidenta Díaz Ayuso y el vicepresidente Aguado, no solo se han disipado, sino que han dado paso a un idilio inmarchitable.

Paco Igea y Fonsi Mañueco
Aunque tanta felicidad pudiera resultar sospechosa, personalmente creo que ambos  mantienen una ardiente relación. Otra cosa es que llamen amor a lo que básicamente es el goce sexual de disfrutar el Poder. Y ahí no cabe duda que la relación ha ido viento en popa. Esas diferencias afectivas de partida no fueron óbice para que la pareja se encamara sin reservas tan pronto se acomodó en el Colegio de la Asunción.

Ahora dicen los tortolitos que el vínculo se fortaleció en la dificultad de la crisis del Covid. Pero lo cierto es que, nada mas instalarse en sus despachos, no perdieron el tiempo en prolegómenos. Inmediatamente se aplicaron al tema, y acordaron aumentar de 80 a 93 el número de altos cargos, así como duplicar el cupo de personal de confianza contratado a dedo, eso sí, tratando de ocultar esto último. 

Antes de tomarse vacaciones, PP y Ciudadanos encumbraron a Javier Maroto como senador por la comunidad autónoma, y, tras el paréntesis veraniego, la Junta recolocó las delegaciones territoriales a dos de presidentes provinciales del PP caídos en las elecciones municipales, caso del leonés Juan Martínez Majó y de la soriana Yolanda de Gregorio, respescando a su vez para la de Palencia al ex senador José Antonio Rubio Mielgo, que se había quedado fuera de la lista al Senado en las anteriores elecciones generales. De paso, hizo un apaño en Zamora consistente en nombrar delegada a Clara San Damián para que ésta pudiera dejar el escaño del Senado a la ex presidenta de la Diputación, Mayte Martín Pozo, que se había pegado el mayor trompazo de su carrera al intentar desbancar a Francisco Guarido de la alcaldía de Zamora.

Ana Carlota en su toma de posesión
Para entonces en el Colegio de la Asunción el 69 había dejado de ser un guarismo. Poco después Fonsi fichaba como asesor presidencial a Ignacio Cosidó “el amigo Nacho”, sin que Paco le reprochara el capricho. No en vano, el otrora martillo de herejes del enchufismo clientelar era el primero en permitirse el onanismo de colocar por la misma vía digital a un buen puñado de amigos y conocidos. De las libres designaciones, ese procedimiento que se habían comprometido a restringir al máximo, ni les cuento. Una auténtica orgía que ha llegado a su climax tras el relevo en la consejería de Empleo e Industria, donde Ana Carlota Amigo, luego de su sonada toma de posesión, entraba como el caballo de Atila.

Hemos trabajado de forma perfectamente coordinada y sincronizada”, ha resaltado la pareja en el primer aniversario de su feliz convivencia. Se referían a la repuesta de la Junta ante la adversidad de la pandemia, pero la frase puede aplicarse a esa desenfrenada ocupación del Poder, ejecutada con una obscenidad desconocida en los 30 años de gobierno monocolor del PP . Y lo de menos es que llamen amor a lo que es sexo y solamente sexo (y a veces bordeando el hard sex). Lo de más -otra vez el dedo y la luna- es en qué se han beneficiado los castellanos y leoneses de esta tórrida relación entre el presidente y vicepresidente de la Junta.

Y el balance de gestión del primer año de cohabitación, no puede ser, antes y después de la pandemia, más desolador para los sufridos ciudadanos de esta sufrida comunidad.
Carlos Fernández Carriedo
 En primer lugar, pese a esa cacareada cohesión interna y a que cuenta con mayoría parlamentaria, el tándem Mañueco-Igea (así habrá que denominarlo a partir de ahora, tanto monta monta tanto) ha sido incapaz de cumplir el primer deber de todo gobierno: Presentar en tiempo y forma su Proyecto de Presupuestos de la Comunidad Autónoma. Incumplimiento a la sazón de una obligación estatutaria que ha provocado que la Junta se rija a mediados de 2020 por una segunda prórroga de los Presupuestos de 2018, con todos las limitaciones y perjuicios que ello conlleva. El consejero de Economía y Hacienda, Carlos Fernández Carriedo, se ha pasado el año atendiendo, solícito, todo tipo de encargos -alguno tan alejado de sus competencias como el de ordenar la obligatoriedad del uso de las mascarillas-, mientras ha pasado olímpicamente de cumplir su principal cometido.

En segundo lugar, ensimismados en el disfrute del Poder, han ignorado por completo los dos grandes problemas estructurales de Castilla y León, que no son otros que la despoblación y los no menos alarmantes desequilibrios territoriales internos. Ni siquiera ha sido capaz de cumplir el único punto dedicado a ambos problemas en el pacto que franqueó la investidura de Herrera, la constitución de un grupo de expertos independientes que en el plazo de un año emitiera un informe con propuestas de actuación (punto 78).

Ha pasado un año y dicho grupo sigue sin crearse. La competencia sobre despoblación ha pasado desde Empleo a la consejería que gestiona Igea y solo sabemos que la Junta quiere cargarse el requisito de la mayoría parlamentaria cualificada para imponer los mapas rurales de la Ordenación Territorial. Y entretanto, PP y Ciudadanos han rechazado en las Cortes la recuperación del Plan de Convergencia Interior que debía tratar de corregir los desequilibrios territoriales.

 La pandemia hizo su aparición días después de que la Junta pusiera en marcha en la comarca de Aliste un plan piloto de una reforma de la atención primaria que desencadenó la alarma en el medio rural, consciente que, de llevarse a efecto, supondría la muerte por inanición de la inmensa mayoría de los 3.600 consultorios locales. Dicha reforma ha quedado a expensas del el nuevo modelo de Sanidad Pública que se negocia entre los grupos parlamentarios, pero Igea y su consejera delegada, Verónica Casado, no renuncian a volver a la carga si la negociación concluye sin un acuerdo que lo impida. Y acongojado por la falta de liquidez de las arcas autonómicas, el gobierno Igea-Mañueco decidía suspender provisionalmente la que era su medida-estrella, la supresión del Impuesto de Sucesiones y Donaciones, “regalo fiscal” simplemente pospuesto hasta que la situación financiera lo haga menos impresentable.

En plena pandemia, con un aluvión de ERTEs presentados, al bipartito PP-C´s le estalló la dimisión de Germán Barrios, uno de los pocos consejeros solventes del gobierno autonómico. Su sustitución por la amiga Ana Carlota ha dado vía libre a la voladura del Diálogo Social que su mentor, el inevitable Igea, tiene entre ceja y ceja desde que llegó a sus cargos. La ruptura unilateral del acuerdo sobre las ayudas complementarias a los trabajadores incluidos en ERTEs ha abierto una crisis sin precedentes entre la Junta y los sindicatos, cuya relación ya estaba deteriorada por el incumplimiento de la reposición de la jornada de 35 horas a los 85.000 empleados públicos de la Administración Autonómica.

Isabel Blanco y Verónica Casado
Sobre la gestión sanitaria de la pandemia pesa especialmente el desastre acaecido en las residencias de ancianos, la inmensa mayoría de ellas, tanto privadas como públicas, abandonadas a su suerte por las consejerias de Sanidad y Familia, responsables de unas instrucciones conjuntas privando a los residentes de su derecho a recibir la misma asistencia hospitalaria que el resto de los ciudadanos. Este y otros oscuros puntos de la gestión de la pandemia que no son para sentirse orgullosos no son objeto de la menor autocrítica de la Junta y, lo que mas insólito, apenas han recibido el reproche del PSOE de Luis Tudanca, que, al firmar el infumable pacto para la reconstrucción, ha abdicado de su imprescindible deber de oposición.

A todo esto, según los datos ofrecidos por la propia Junta, las victimas mortales por Covid o causas compatibles se elevan a estas alturas en Castilla y León a 5.037. A saber, 2.066 fallecidos en los hospitales, 1.726 en residencias de ancianos y otros 1.245 en sus propios domicilios. Lo cual, siendo seguramente muy doloroso para ellos, no evita que Fonsi y Paco se muestren felices y sigan con su festín de perdices...

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