Aunque resulta de una obviedad manifiesta que la "ayusada" de Alfonso Fernández Mañueco de adelantar por las bravas el horario del toque de queda ha constituido una descarada cortina de humo extendida con el inequívoco propósito de desviar la atención de su grave responsabilidad política en la virulenta irrupción de la tercera ola de la pandemia en Castilla y León, no es menos cierto que una maniobra de tal alcance, que ha conllevado todo un pulso político con el gobierno de la Nación, no sería explicable sin la conflictiva relación que mantiene el presidente de la Junta con la cúpula nacional del PP.
Mañueco e Illa el pasado 23 de octubre en Valladolid |
Casualmente, el órdago de la Junta al gobierno Sánchez se activaba justo un día después de conocerse que la dirección nacional del PP había incoado un expediente a los máximos responsables del grupo popular de las Cortes -que no son otros que el propio Mañueco, que lo preside, y el portavoz, Raúl de la Hoz- a causa de la contratación del ex gerente regional del partido, Pedro Viñarás, como "asesor en estrategia política". Dicho contrato, una sinecura de 73.211 euros brutos anuales con cargo a la subvención de110.000 mensuales que ingresa el grupo de la institución parlamentaria- había causado estupor e indignación en Génova, toda vez que el susodicho había sido relevado de su puesto el pasado mes de agosto por iniciativa de la dirección nacional, que, pese a fundamentar el relevo en el cumplimiento de la edad de jubilación, acabó pactando un despido saldado con una indemnización próxima a los 70.000 euros.
Pedro Viñarás |
Sin duda, dicho expediente constituye un salto cualitativo en la conflictiva relación entre la cúpula nacional del partido y el presidente del mismo en Castilla y León, cuyos roces han sido continuos desde que Casado se hizo con la presidencia nacional del PP en unas primarias en las que Fernández Mañueco, arrastrado por su compadre Fernando Martínez Maillo, entonces coordinador general y responsable nacional de Organización, se decantó a favor de Soraya Saéz de Santamaría. Lejos de ir cerrándose, la herida abierta entonces se ha ido gangrenando a causa de sucesivas fricciones (entre otras, el nombramiento del todavía presidente del PP de Valladolid, Jesús Julio Carnero, como consejero de Agricultura, y la contratación de la ex senadora por León Esther Muñoz como asesora del presidente de la Junta), la última de las cuales ha girado en torno a Viñarás, quien viene a ser como un hermano del alma para Mañueco.
Teodoro García Egea y Pablo Casadp |
La fortaleza interna de Mañueco se sustenta en primer lugar en el respaldo abrumador de que goza en tres de las nueve provincias: Salamanca, Zamora y Segovia. La primera es su cuna y constituye un feudo inexpugnable. La segunda sigue siendo el coto del compadre Maillo y la tercera permanece bajo el control del secretario regional del PP, Francisco Vázquez, si bien Casado introdujo una cuña a través de Pablo Pérez Coronado, actual senador y enésimo candidato del PP fracasado en el intento de arrebatar al PSOE la alcaldía de Segovia.
En
las otras seis provincias el partido está dividido entre los
fieles a Mañueco y los alineados con Casado, quien aprovechó las
pasadas elecciones generales para colocar afines en el Congreso y el
Senado. Caso muy especial es el de Valladolid, donde se intenta una
candidatura de consenso encabezada por el presidente de la
Diputación, Conrado Iscar, antigua mano derecha del antes mencionado Carnero, obligado en su día a ceder la presidencia
de la institución provincial tras una enfrentamiento a cara de perro
con Génova. El nuevo gerente regional, Borja
García
Carvajal,
lidera al sector casadista, en el que se alinean los cuatro
parlamentarios nacionales del PP vallisoletano, los diputados José
Ángel
Alonso
y Eduardo
Carazo y
los senadores
Alberto Plaza y
Mercedes Cantalapiedra.Borja García Carvajal
En este contexto, el órdago del toque de queda le ha servido a Mañueco para reafirmar su autoridad frente a Casado, quien además se ha visto colocado en una incómoda situación, tanto por ponerse de relieve la disparidad de criterios entre las comunidades gobernadas por el PP, como por sus reticencias a apoyar en el Congreso de los Diputados la modificación del estado de alarma a la que va a terminar conduciendo la iniciativa de la Junta.
Harina de otro costal es el caso del desquiciado y desquiciante Igea, que se sabe absolutamente deshauciado dentro de Ciudadanos y es consciente de que, más pronto que tarde, seguramente nada más celebrarse las elecciones catalanas, Inés Arrimadas le va a apear de la "sillita".
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