En la mal llamada planta noble de la madrileña calle Génova (no cabe considerar noble ninguna planta de un edificio reformado con fondos procedentes de la caja B del PP) andaban hechos un verdadero lío con las elecciones autonómicas vislumbradas en el próximo horizonte. Dando por descontado que pensaban poco menos que iban a arrasar, hasta bien reciente esas citas electorales eran vistas como un valioso instrumento para castigar el hígado electoral de Pedro Sánchez.
A tal efecto, Núñez Feijóo y el “minarete” que le rodea dudaban sobre si les era más rentable escalonar dichas convocatorias o agruparlas en un “superdomingo”, que sería el próximo 15 de marzo, fecha tope para celebrar los comicios autonómicos de Castilla y León (salvo que el presidente de la Junta optara por adelantarlos, algo que sería no solo incongruente con su repetido compromiso de agotar la legislatura, sino con el hecho de que hoy mismo registra en las Cortes -esta vez, cumplidos los requisitos imprescindible- el Proyecto de Ley de Presupuestos de la Comunidad Autónoma para 2026).
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| Mañueco, ayer en la junta directiva regional del PP |
Comentábamos aquí hace unas semanas que en la sede de Génova se habían disparado las alarmas ante el riesgo de que las próximas autonómicas de Castilla y León resultaran un fiasco, habida cuenta del manifiesto descrédito que arrastra el PP en esta comunidad -agudizado tras su calamitosa gestión de la ola de incendios forestales- y el escaso tirón electoral (empíricamente demostrado) de su presidente y candidato a la reelección “Fonsi” Fernández Mañueco.
Para conjurar ese riesgo y evitar unas elecciones aisladas en Castilla y León, se contemplaba el escenario de ese “superdomingo” que extendiera la convocatoria a las comunidades de Extremadura y Aragón, en las que sus respectivos gobiernos en minoría no disponían del apoyo de Vox para sacar adelante los Presupuestos de 2026. En un principio, se barajó incluso la posibilidad de que el gobierno andaluz de Moreno Bonilla adelantara sus elecciones para sumarse al “superdomingo”, algo completamente impensable después de la gravísima crisis abierta tras destaparse su negligente (en el mejor de los casos, en el peor penalmente dolosa) de los cribados de las mujeres con cáncer de mama.
Extremadura se descuelga con su adelanto electoral.- Los acontecimientos se han precipitado ayer cuando la presidenta de Extremadura, María Guardiola, -obviamente con el visto bueno de Feijóo- ha decidido ahorrarse mayor desgaste y ha adelantado los comicios extremeños al domingo 21 de diciembre. Con lo cual ya solo quedaría Aragón para hacer coincidir sus elecciones con las de Castilla y León.
El problemón que tienen por delante Feijóo y su “minarete” es que el PP no va a lograr ni de lejos mayoría parlamentaria suficiente para gobernar en solitario en Extremadura, Aragón y Castilla y León (a fecha de hoy, ni siquiera tiene garantizada la mayoría absoluta de que goza Moreno Bonilla en Andalucía). Con lo cual al día siguiente se encontrará con la papeleta de tener que recabar el apoyo de Vox, dando pábulo al mantra de que el PP, con tal de llegar a la Moncloa, está dispuesto a entregar el santo y la limosna a la ultraderecha.
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| Imagen de una manifestación en León tras la catástrofe forestal |
Y la situación es especialmente complicada en Castilla y León, donde Mañueco se enfrenta al alto coste social y electoral por su negligente (otra vez en el mejor de los casos, en el peor penalmente dolosa) actuación en materia de prevención y extinción de incendios forestales, un oneroso lastre que no arrastran la extremeña Guardiola y el aragonés Azcón. No solo eso: el adelanto de las elecciones extremeñas pilla al PSOE con su secretario autonómico, Miguel Ángel Gallardo, imputado en el caso del hermano de Sánchez.
Pensar que al gobierno Mañueco le va a salir gratis electoralmente su calamitosa gestión de los incendios forestales es de una miopía política extrema. Cierto que se fue de rositas del desastre de 2021 en la sierra de la Culebra, lo que le permitió mantener unas políticas que han colapsado el pasado verano. Pero Zamora no es León. Puede arder todo el territorio que aún no se ha quemado en Zamora y el PP seguirá manteniendo su hegemonía electoral en esa provincia (otra cosa, por fortuna, es la capital). Pero León es sociológica y políticamente algo muy distinto. Y es en León donde el PP de Mañueco se enfrenta a una tormenta política perfecta.
No solo se trata de la provincia más castigada por los incendios, especialmente pavorosos en El Bierzo. Es que ocurre en un territorio en el que, más allá de su representación política, el leonesismo es un sentimiento transversal fuertemente arraigado desde el arranque, en 1983, de la actual comunidad autónoma. Un periodo de más de 40 años en el que el incesante declive económico y demográfico ha ido abonando el desafecto ciudadano hacia la actual configuración autonómica (y ahí está el proceso emprendido por la Unión del Pueblo Leonés con el apoyo de un importante sector del PSOE apoyando la segregación del Antiguo Reino como comunidad autónoma separada de la actual).
El delicado relevo de Suárez-Quiñones.- En este caldo de cultivo concurre la fatídica circunstancia de que el primer responsable del desaguisado de los incendios, el consejero contra el Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez Quiñones, encarne precisamente la cuota leonesa en la Junta. Y para completar la fatalidad, resulta que, poco antes del desastre, Mañueco no tuvo mejor ocurrencia que colocar al susodicho al frente de la comisión gestora encargada de reflotar al PP leonés, sumido desde hace años en una crisis endémica. Lo dicho, una tormenta perfecta.
En el pasado pleno de las Cortes el portavoz de la UPL, Luis Mariano Santos, aludió a un sondeo interno encargado por el PP sobre el grado de aceptación ciudadana de Suárez-Quiñones, antes de la crisis llamado a encabezar de nuevo la candidatura del partido en las próximas elecciones autonómicas. No sé si tal sondeo existe, pero sí es así habría sido
tirar el dinero, salvo que se trate de proporcionar a Mañueco del argumento
definitivo para convencer al susodicho de que más le vale hacer mutis por el
foro y aceptar su rol de político amortizado destinado a ser compensado con un
escaño en el Senado. Hay que entender lo delicado del caso: Suárez-Quiñones
está en el secreto -y en la trastienda- de los dos grandes “expedientes X”
cerrados en falso en esta comunidad en los últimos años.
Quiñones, en su escaño del banco azul de las Cortes
Y hablando de sondeos electorales: salvo uno recientemente publicado por el diario “La Razón”, que, pese a su sesgo, deja al PP lejos de la mayoría absoluta, prosigue el sospechoso “apagón demoscópico” en Castilla y León. Ninguno de los medios que tradicionalmente han venido encargando sondeos antes de las elecciones autonómicas -RTVCyL, agencia Ical, “El Norte de Castilla” y “El Mundo de Castilla y León”- han dado hasta el momento señales de vida. Y me malicio dos razones para explicar esta pasividad: O no quieren arriesgarse al ridículo posterior inflando los resultados a favor del PP o quieren ahorrarse el trago de dar un disgusto al administrador de la “chequera mediática” que salva sus cuentas de resultados.
(Publicado en elDiario.es Castilla y León)
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