Creo que ha sido la tercera o cuarta vez que se repite la escena. José María Aznar publica un libro -no he tenido el valor de leer ninguno de ellos, pero me da la sensación de que todos son variaciones sobre el mismo tema- e incluye Valladolid en su gira promocional. Siempre en los mismos almacenes del Paseo de Zorrilla y siempre con el mismo éxito de público (lo de la crítica ya es otra cosa).
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No sé por qué, pero tengo la impresión de que la mayor parte de los que ayer se acercaron en busca del libro dedicado son los mismos que lo hicieron en las ocasiones precedentes. Son auténticos devotos, buena parte de los cuales probablemente no se han terminado ninguno de los libros anteriores, pero pueden presumir ante sus amigos y conocidos del PP de que han compartido con el carismático líder unos efímeros segundos, los que tarda el autor en estampar su autógrafo bajo la convencional dedicatoria.
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No sé por qué, pero tengo la impresión de que la mayor parte de los que ayer se acercaron en busca del libro dedicado son los mismos que lo hicieron en las ocasiones precedentes. Son auténticos devotos, buena parte de los cuales probablemente no se han terminado ninguno de los libros anteriores, pero pueden presumir ante sus amigos y conocidos del PP de que han compartido con el carismático líder unos efímeros segundos, los que tarda el autor en estampar su autógrafo bajo la convencional dedicatoria.
José María Aznar, ayer en Valladolid |
Es cierto que después fue un gran propagandista de los vinos de esta tierra, en especial de los de Ribera de Duero, entablando una estrecha relación con ciertos bodegueros, Arzuaga y Luis Sanz entre otros. Su designación como sucesor de Fraga, tras las famosas consultas de Perbes, le cogió a Aznar veraneando en la finca Villacreces, en plena Ribera vallisoletana.
Para entonces ya se había vinculado a Quintanilla de Onésimo, el municipio que le acogería como hijo adoptivo. Su discurso a los postres de la cena de militantes y simpatizantes de finales de agosto marcaba el inicio del curso político. El ritual incluía horas antes la partida de dominó en el bar Redondo, conveniente recogida por una tropa de reporteros gráficos. Tras su salida de la Moncloa, el hijo adoptivo no se ha vuelto a dejar caer por allí, con lo que Mariano "Camarma" y demás compañeros de partida no le han vuelto a ver el pelo.
Aznar en Quintanilla de Onésimo (año 2002) |