A la vuelta
de las vacaciones comentábamos aquí que el nuevo curso político había comenzado
exactamente por los mismos derroteros que el anterior, sin el menor propósito
de enmienda por parte del partido gobernante y la misma incapacidad de la
oposición socialista para contrapesar y contener la sima abierta entre la calle
y las instituciones. Una disociación que, lejos de corregirse, se agrava día sí
día también con nuevos episodios -todo es empeorable- que degradan aun más
nuestra calidad democrática.
Jesús Posada |
Acabamos de
ver como una de las asignaturas pendientes para enjugar ese creciente déficit
democrático, la Ley
de Transparencia, se ha aprobado en falso, sin el imprescindible consenso y
lastrada por restricciones que la convierten en papel mojado, metáfora esta
última muy en consonancia con las goteras que inundaban el hemiciclo del
Congreso de los Diputados. (El famoso chaparrón ha dejado por cierto bastante
empañada la figura de Jesús Posada,
objeto de todo un aluvión de críticas a causa de tan chusca situación.
Particularmente mordaz la contenida en la carta del director publicada por Pedro J. Ramirez el pasado domingo en "El Mundo" con
el título “Goteras y Otilios”).
En solo unos días hemos visto como el
Tribunal Constitucional se enlodaba todavía más al rechazar las justificadas
recusaciones presentadas contra su presidente, Francisco Pérez de los Cobos,
cuya apariencia de imparcialidad quedó hecha añicos cuando se supo que había
sido militante del Partido Popular y que además lo había ocultado al Parlamento
que le designó miembro de tan alta Magistratura.
Hemos ido conociendo el
despilfarro de dinero público que ha rodeado la candidatura olímpica de Madrid,
de cuyo estrepitoso fracaso por supuesto nadie se ha hecho responsable.
Tomás Burgos |
Hemos visto
como, si no hubiéramos tenido suficiente caldo con la taza que nos sirvió
Telefónica proporcionando una prebenda a Rodrigo
Rato, ha venido el Santander a dotar de otra sinecura parecida al ilustre
prófugo del Fondo Monetario Internacional y último responsable del mayor
desastre financiero de la banca española (Bankia). Hemos visto como Mariano Rajoy sigue rehuyendo el
control parlamentario al tiempo que su gobierno reafirma su férrea voluntad de
pasarse por el forro la única promesa electoral que le faltaba por incumplir:
el compromiso de mantener el poder adquisitivo de las pensiones. (Capítulo éste
en el que aparece en primer plano otro viejo conocido del PP de Castilla y
León, el secretario de Estado de la Seguridad
Social, Tomás Burgos, cuyos denodados esfuerzos para
negar la evidencia están resultando ciertamente meritorios).
Y hemos vuelto a ver una vez más como, a falta
de otra utilidad, el Senado sirve como
cementerio de elefantes, proporcionando refugio y soldada al ex presidente
andaluz, José Antonio Griñán. Ya sé
que no es el único ex presidente de una comunidad que llega a la Cámara Alta -ahí está sin ir
más lejos Juan José Lucas, que llegó
a presidirla y que goza de un escaño camino de ser vitalicio-, pero ese es justamente
el problema: Se siguen perpetuando los mismos vicios y además compartidos por
los dos principales partidos.
Rubalcaba y Rajoy |
Así las
cosas, está claro que nada sustancial va a cambiar en los próximos meses. Rajoy
ha aplazado cualquier movimiento, ya sea en el gobierno o en la cúpula del PP,
hasta el momento de confeccionar la candidatura a las elecciones europeas
previstas el 25 de mayo de 2014. Ese es
el momento crítico elegido para combinar una serie de cambios que incluirán la
presidencia de alguna de las comunidades gobernadas por el PP. Y la de Murcia
podría no ser la única.
Por su parte, en el PSOE no parece que su Conferencia política de
noviembre vaya a precipitar cambios orgánicos y está claro que Rubalcaba no tiene ninguna prisa en adelantar la convocatoria de
primarias para elegir el candidato a las elecciones generales de 2.015. Es más, después de que Carmen Chacón haya
puesto tierra por medio y de que el partido ha remontado ligeramente en el
último sondeo publicado por “El País”, no se descarta que intente
volver a encabezar el cartel socialista. Dependerá, claro está, de que el PSOE
salga mínimamente airoso de las elecciones europeas, unos comicios que sobre
todo nos permitirán comprobar que grado de castigo sufre en unas urnas el PP de
Rajoy.
Ocho largos meses nos contemplan hasta entonces.
elblogdepedrovicente@gmail.com 19-9-2013