Uno
está dispuesto a admitir que Castilla y León no ha sido la comunidad que más ha despilfarrado en el desmadrado
Estado de las Autonomías. En eso todo el mundo está de acuerdo que la Comunidad Valenciana
se lleva la palma, con mucha ventaja sobre el resto. Pero, en mayor o menor
medida, todos los gobiernos autonómicos han incurrido en claros excesos
derivados de una cultura del gasto propiciada por esos años de abundancia, en
los que el maná de los fondos europeos y la posterior burbuja inmobiliaria
dispararon un crecimiento presupuestario sin bases sostenibles.
Ampliando por
su cuenta las transferencias recibidas del Estado, todas las Autonomías sin
excepción han ido incrementando su aparato administrativo, dotándose de todo tipo de entes, empresas, fundaciones y
sociedades públicas, en su mayor parte perfectamente innecesarios. Ese llamado
“sector público” o Administración B que, además de constituir en sí mismo un
despilfarro, ha contribuido no poco a engordar el déficit y la
deuda pública.
Cortes de Castilla y León |
De ese
comportamiento propio de nuevos ricos nos delatan ejemplos tan difíciles de
ocultar como el edificio de las Cortes, con diferencia la sede parlamentaria de
todo el mundo mundial con mayor número de metros cuadrados por escaño. Y no es
el “mausoleo” de Villa del Prado la única obra faraónica en la que se nos ha
ido la mano. Bien cerca está el centro cultural “Miguel Delibes”, cuyo
contenido hubiera cabido sin duda en un contenedor bastante mas reducido. Y que
decir que no sepan los lectores de la sede -primero alquilada, después
comprada- de la Consejería
de Economía en Arroyo de la
Encomienda …
El problema de estos y otros macroedificios no se reduce a su elevado coste de construcción y equipamiento. Lo peor es el elevado coste de su mantenimiento (climatización, limpieza, vigilancia, etc.), que, unido a la dotación de personal, supone un oneroso gasto corriente estructural contraído para siempre.
El problema de estos y otros macroedificios no se reduce a su elevado coste de construcción y equipamiento. Lo peor es el elevado coste de su mantenimiento (climatización, limpieza, vigilancia, etc.), que, unido a la dotación de personal, supone un oneroso gasto corriente estructural contraído para siempre.
Aeropuerto de León |
Entre 2007
y 2011 Castilla y León fue, con muchísima diferencia, la comunidad autónoma que mas gastó en ayudas (normalmente disfrazadas como campañas publicitarias) a las
compañías aéreas. Destinó a dicho capitulo mas de 84 millones de euros, seguida
a gran distancia por Aragón (34 millones) y Galicia (22,7).
Llegados
los recortes presupuestarios, la drástica retirada de tan desmedidas ayudas ha
conllevado el consecuente desplome de la actividad en los cuatro aeropuertos de
la comunidad, todos ellos cada vez con menos viajeros y en números rojos ante
AENA. Y ahora nadie se atreve a poner cascabel
a ese gato.
Hospital de Burgos |
Y ya no digo nada del sobrecoste del nuevo Hospital de Burgos, generosamente repercutido en el canon anual (71 millones en 2013) que la Junta abonará hasta el año 2.037 a su todopoderosa e intocable sociedad concesionaria.
elblogdepedrovicente@gmail.com 11-11-2013