Atrás ha quedado el 23 de abril, el Día de
Castilla y León, una celebración cada año más oficializada y alejada de la
fuerza reivindicativa que tuvo en el pasado. Esta última comenzó a descafeinarse
a raíz de que el PP, tras comprobar que la concentración de Villalar sobrevivía
sin su presencia, cambio de estrategia y se aplicó el viejo principio
según el cual “si no puedes vencer al enemigo, únete a él”.
Herrera ayer durante su tempranera visita relámpago a Villalar |
Ya he
comentado en otras ocasiones que eso que se dió en llamar la “normalización de
la fiesta de comunidad” admitía dos lecturas contrapuestas. Una es que la
derecha, haciendo de la necesidad virtud, se había visto obligada a aceptar como
patrimonio común un símbolo abanderado por la izquierda. La otra es que esa derecha ha tenido la habilidad de arroparse con una bandera que la izquierda
tenía por exclusiva. Con la perspectiva del tiempo, creo que el gran y único
beneficiado de esa transacción ha sido el PP, sobre todo después de la
lamentable desaparición del Manifiesto de Villalar.
Dicho Manifiesto obligaba a reflexionar año
tras año sobre la situación de Castilla y León, señalando sus problemas
sociales y económicos más acuciantes y demandando soluciones a las
administraciones competentes. Ese diagnóstico común era toda una patata
caliente para el PP, como no puede ser de otra forma tratándose del partido que
gobierna esta comunidad desde hace 27 años. En el año 2012 la reforma laboral y
la escalada de recortes sociales aplicada por el gobierno Rajoy hicieron
extremadamente difícil el consenso sobre el Manifiesto, que aun así a última
hora se salvó, entre otras cosas porque el PP ni podía ni quería presentarse como
el causante de la ruptura.
Ofrenda socialista ante el monolito de Villalar |
No puedo
estar mas en desacuerdo con esa opinión. Con todas sus limitaciones y
dificultades, ese diagnóstico común resulta hoy, si cabe, más imprescindible
que nunca. ¿O es que han desaparecido y se han superado los gravísimos
problemas que aquejan a esta comunidad autónoma? Cierto que estos no se van a
resolver por el mero hecho de figurar en un Manifiesto, pero menos aún si ni
siquiera se ponen de relieve colectivamente con ocasión del 23 de abril.
Resulta obvio decir que el gran beneficiado de la supresión del manifiesto no ha sido otro que el Partido Popular, máximo responsable, por acción u omisión, del
alarmante declive social y económico de Castilla y León.
Frente al discurso retórico y sin el menor atisbo
de autocrítica que nos en endilga cada año Juan Vicente Herrera en el acto de
entrega de los Premios Castilla y León, el Manifiesto de Villalar ponía el
contrapunto de la realidad que sufre Castilla y León. Esa que se acaba de reflejar con la pérdida en 2013 de otros 27.180 habitantes, dato que no mereció
ningún tipo de consideración en ese discurso del presidente de la
Junta. Un discurso en el que apenas
dedicó un párrafo a “las familias y personas más directa y gravemente afectadas
por la crisis”, a los que “queriendo trabajar, no pueden hacerlo” y “a los que
viven en los complejos límites de la exclusión social”.
Presentación del Manifiesto de la Cumbre Social |
Tras la
supresión del Manifiesto y el proceso de banalización del símbolo que viene perpetrando la Fundación Villalar
-lo de las plastilinas y los playmobiles es casi de escarnio-, el carácter
reivindicativo que antes caracterizaba al 23 de abril se está convirtiendo en
algo cada vez más residual. Cautiva y desarmada la oposición, puede decirse que
el plan de desactivación trazado por el PP está alcanzado sus últimos objetivos.