Si exceptuamos aquel inútil referéndum
celebrado en febrero de 2005 para ratificar la Constitución Europea ,
no se recuerda una apatía ciudadana como la que estamos viviendo ante las
elecciones europeas del 25 de mayo. En aquella consulta -que no sirvió absolutamente
para nada, ya que después, tras el rechazo de otros países, aquel pretendido
tratado constitucional quedó en papel mojado- la participación fue de un 42,32
por ciento, prácticamente la misma que vaticina ahora el sondeo de Metroscopia
publicado este domingo por “El País”.
Y sin embargo, las de 2014 son sin duda las
elecciones europeas más importantes desde que España se integró en la Unión Europea. Por primera se
anuncian y concurren los candidatos a presidir la Comisión , de forma que
dicho cargo no podrá recaer después en un candidato sobrevenido y de
conveniencia que ni siquiera ha pasado por las urnas, caso de José Manuel Durao Barroso, el anfitrión de la infausta foto de las Azores. Ello,
unido a la plena competencia del Parlamento
Europeo sobre el Presupuesto comunitario, refuerza el papel de la Cámara frente a la propia
Comisión, el Consejo y la cumbre de Jefes de Estado y Gobierno, que hasta ahora
han hecho y deshecho al margen de la institución parlamentaria.
Pero si algo ha puesto de relieve la crisis, ha
sido la cesión de soberanía y el sometimiento de los países miembros a los
postulados económicos y financieros dictados por la Unión Europea en comandita con
el Fondo Monetario Internacional. O lo que es lo mismo, la tiranía de la
“troika” constituida por la
Comisión , el Banco Central Europeo y el FMI. Se supone que
una mayoría parlamentaria distinta a la de signo conservador-neoliberal que
encarna Angela Merkel conllevaría un
giro en las políticas europeas tan profundamente antisociales impuestas a los
países más castigados por la crisis.
Rajoy y Merkel |
Este carácter “plebiscitario” debería ser otro
factor que activara el voto en estas elecciones, al igual que la irrupción de
distintas fuerzas políticas emergentes de distinto signo que se postulan como
opciones alternativas a los anquilosados partidos tradicionales que han sumido
en el máximo descrédito a la clase política española (cada uno por separado y
en no pocas ocasiones al alimón). Y sin embargo, los sondeos siguen vaticinando
una participación más pobre aún que la registrada en 2009, que fue de un 46 por
ciento.
Isabel García Tejerina |
El inusual retraso en designar a Cañete formaba parte de esa estrategia, lo mismo que su inaudita permanencia en el cargo, convertido en un ministro-candidato que compatibiliza sin ningún rubor sus funciones institucionales con los mitines electorales. Una agenda público-partidista que, por muy amparada que esté por la legalidad, denota donde siguen los estándares de calidad democrática en el comportamiento del PP.
Esperemos que a Rajoy no le dé por
prolongar esta situación, aunque solo sea por conmiseración hacia la número dos
del ministerio, la vallisoletana Isabel
García Tejerina, que lleva meses expuesta al síndrome Elena Pisonero, aquella otra paisana a la que José María Áznar dejó compuesta y sin esa misma cartera
ministerial.
El hecho es
que, a menos de un mes de la cita europea, no se percibe el menor ambiente
electoral. El PSOE, haciendo de la necesidad virtud, ha renunciado a las vallas
publicitarias, y me da que el PP a lo que va a renunciar es a cualquier debate
electoral en el que participe Arias Cañete .Ni con Elena Valenciano ni con nadie. El formato
de estos comicios le brinda toda clase de excusas para rehuirlo. Y si le falta
alguna, siempre puede recurrir a las esgrimidas por Juan Vicente Herrera, quien se ha negado a participar en debate alguno en las tres campañas electorales en las que ha sido candidato a la
presidencia de la Junta.
P.S.- Rajoy, "el previsible", ha nombrado esta mañana nueva ministra a Isabel García Tejerina. Por fín Arias Cañete podrá dedicarse en exclusiva a la campaña electoral. ¡Albricias!