lunes, 19 de mayo de 2014

Cañete la lía y anima la campaña

 Con razón se mostraba el PP reticente a enfrentar a Arias Cañete cara a cara con Elena Valenciano en un debate electoral. Partiendo de la base de que las encuestas le dan como ganador -aunque su victoria, de producirse, será pírrica-, para los populares el lance presentaba más riesgos que ventajas. Y además estaba contraindicado con su estrategia de mantener una campaña lo más plana posible, sin estridencias que desperezaran a una bolsa de abstencionistas que, si se toma la molestia de acudir a las urnas, es para darse el gusto de propinarle un voto de castigo al PP.


 El problema es que tampoco podía negarse sin más a celebrar ni siquiera un debate. Esa negativa -que se ha permitido en Castilla y León Juan Vicente Herrera en todas las elecciones autonómicas- a estas alturas sería interpretada un desprecio democrático a los ciudadanos. 
Valenciano y Cañete instantes antes del debate
Por otra parte, disponiendo del que consideran mejor candidato del mundo mundial, ¿qué miedo habría que tener a ningún adversario? En esa tesitura, y después de que el PSOE renunciara a todas sus condiciones, el  PP no tenía excusas para rehuir el debate. A fin de cuentas, a propri su repercusión tampoco iba a ser determinante. Y de hecho apenas sobrepasaron los dos millones los espectadores que lo siguieron. Era un riesgo asumible.

 Los que conocen el alto concepto que de sí mismo tiene Arias Cañete y la espontaneidad con la que a veces se manifiesta, le previnieron al objeto de que no se dejara llevar por ninguno de esos impulsos. El hombre parece ser que estuvo cohibido y por lo que ví y deduzco de la “opinión publicada”, perdió claramente el debate. “No fui yo mismo”, ha dicho reconociendo implícitamente su derrota. El traspiés no hubiera tenido mayor trascendencia si no fuera porque el candidato del PP, al intentar justificarse, se ha metido en un charco que ha amplificado el episodio. Y ha sido cuando ha salido el auténtico y genuino Cañete, el de la “superioridad intelectual” que no quiso ejercer porque su contrincante era una mujer.

 Los expertos suelen decir que en un debate no se ganan unas elecciones, pero puede ocurrir que se pierdan. No creo que tampoco sea el caso, pero resulta evidente es que el candidato del PP se ha retratado tal como es. Nadie duda de su talla intelectual y de su gran experiencia política, virtudes éstas que atesoraba como pocos su antiguo jefe de filas, Manuel Fraga, sobre cuyas salidas de tono me ahorro cualquier otro comentario.

Arias Cañete el pasado sabado en La Navas del Marqués
Cañete no parece ni de lejos el político más soberbio y prepotente del PP. Pero rezuma clasismo por todos sus poros y, lo que es peor, la campechanía con la que lo encubre, frecuentemente no hace otra cosa que resaltarlo. En esta misma campaña ya se le había escapado que “los del PP trabajamos como negros” y las hemerotecas están plagadas de frases y ocurrencias tan espontáneas como reveladoras. Aquella de echar por tierra la fecha de caducidad de los yogures fue memorable, siendo que lo hacía nada menos que el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación. Pero ninguno tan definitorio como el argumento empleado cuando España recibía a millones de inmigrantes, momento en que se lamentó de la falta de cualificación profesional de muchos camareros, echando de menos a esos que a él le servían las tostadas con manteca colorá. Al político emparentado con el señoritismo jerezano solo le falto añadir que tampoco quedaban ya limpiabotas como los de antes…

Para Elena Valenciano, el debate a dos constituía una gran oportunidad de proclamar ese “no somos lo mismo” que se ha convertido en el eje de la campaña socialista. No esperaba un regalo del adversario como el que ha supuesto la metedura de pata de Cañete, quien además no ha tenido la humildad de rectificar y pedir perdón por su desvarío. Su defensa de la mujer basada en su propia trayectoria personal del PP, ha incurrido en un exceso de modestia, ya que no puede presentarse como discípulo de la malograda Loyola de Palacios (la ha apellidado así, en plural) un hombre que ya lleva 10 años en el Parlamento Europeo cuando ella fue nombrada ministra de Agricultura


Pintada callejera a favor de la "abstención activa"
Después de haber sido eurodiputado entre 1986 y 1999, en realidad a Cañete no le apetecía nada encabezar la lista del PP al Parlamento Europeo. Pero no le ha quedado mas remedio porque esa es la condición que le ha impuesto Mariano Rajoy antes de recalar en el puesto de comisario reservado a España -que ahora ocupa el socialista Joaquín Almunia- en la próxima Comisión Europea. Realmente el que sustituirá a Jaime Mayor Oreja como cabeza visible de los eurodiputados del PP será Esteban González Pons, a quien Rajoy envía a Bruselas, alejándole definitivamente de la posibilidad de hacerle ministro en una posible remodelación de gobierno.

 Por lo demás, los sondeos publicados este domingo, realizados sobre encuestas previas al desvarío de Cañete, siguen en la misma línea de todos los anteriores. Victoria pírrica del PP, derrota (mínima pero no por ello menos estrepitosa) del PSOE, avances de IU y UPyD, fracaso de Vox” y representación de tres candidaturas emergentes : “Podemos”, “Ciudadanos” y “Primavera Europea”. Todo ello con una abstención que en el mejor de los casos no bajará del 55 por ciento.

elblogdepedrovicente@gmail.com