jueves, 15 de mayo de 2014

"No somos lo mismo"

 El asesinato de la presidenta de la Diputación y del PP de León, Isabel Carrasco, ha teñido de luto la primera semana de una campaña electoral que no estaba consiguiendo remontar el vuelo. Tras la conmoción política y social causada por tan luctuoso suceso, 48 horas después de lo previsto asistiremos esta noche al único debate mano a mano protagonizado por Miguel Arias Cañete y Elena Valenciano.


Miguel Arias Cañete y Elena Valenciano
Después de arduas negociaciones, el PP y el PSOE convinieron este “debate a dos”, que se celebra justo cuando mas cuestionado está el bipartidismo. Al PP le ha costado dios y ayuda aceptar un cara a cara que sobre el papel va en contra de su descarada estrategia de procurar una campaña de perfil bajo que no movilice el temido voto de castigo al gobierno de Mariano Rajoy. Por el contrario, los socialistas estaban como locos por enfrentar a Valenciano con Arias Cañete.

 Los sondeos vienen constatando la existencia de un creciente sector de opinión que mete a ambos partidos en el mismo saco, responsabilizándoles por igual de la crisis económica, política e institucional en que está sumida España. Una corriente de opinión que explica el estancamiento, incluso el retroceso, del PSOE en las encuestas, y que lastra su esfuerzo por recuperar, aunque solo sea en parte, al electorado que le abandonó en 2011.
En Ferraz contemplan con estupor que los socialistas no solo no se benefician del notable desgaste del PP, sino que, dos años y medio después de perder el poder, muchos de sus antiguos votantes no han perdonado la claudicación del gobierno de Zapatero a partir de aquel infausto día de mayo de 2010. Aquellos ajustes dictados por la “troika”, culminados con la ignominiosa reforma exprés de la Constitución, le siguen pasando factura al PSOE, que, en lugar de afrontar la ineludible catarsis, prefirió encomendar la travesía del desierto a Alfredo Pérez Rubalcaba.

Felipe González y Alfredo Pérez Rubalcaba
 Y así vemos como Elena Valenciano se desgañita en sus mitines asegurando que el PSOE no es lo mismo que el PP, una aseveración que tendría que darse por supuesta y que sin embargo los socialistas se ven obligados ahora enfatizar. El “No somos lo mismo” se ha convertido en la ida-fuerza de la campaña socialista. En esta tesitura, el mano a mano con Cañete les viene al pelo. Lo de menos quien resulta proclamado ganador del duelo dialéctico. Lo importante es que el mano a mano le permite a la candidata del PSOE marcar diferencias con el PP y combatir esa corriente de opinión que les mete en el mismo saco.

 Así las cosas, flaco favor le ha hecho a su partido Felipe González, quien, una vez mas por encima del bien y el mal, afirmaba hace unos días que no vería con malos ojos un hipotético gobierno de coalición entre PP y PSOE. Algo completamente a contracorriente de la estrategia electoral de Ferraz que Rubalcaba se veía obligado a descartar inmediatamente. Por el contrario, la que encaja perfectamente dentro de esa estrategia es la moción de censura presentada por el PSOE en Extremadura, una iniciativa dirigida contra el PP, partido gobernante en dicha comunidad, que a la vez ha intentado poner en evidencia a IU, cuya abstención permite gobernar en minoría al presidente Monago.

 Este ímprobo esfuerzo del PSOE por desmarcarse del PP choca sin embargo con algunas evidencias europeas difíciles de soslayar. Una de ellas es el giro dado por los socialistas franceses de la mano Manuel Valls. En contra de lo que venía preconizando François Hollande, el plan de reducción del déficit congelando las pensiones, el sueldo de los funcionarios y determinadas prestaciones sociales recuerda inevitablemente al conjunto de medidas aplicadas por Zapatero a partir de aquel fatídico mayo de 2010.

Merkel, Schulz y Hollande
 Tampoco favorece mucho esa causa el hecho de que el candidato socialista a presidir la Comisión Europea sea el socialdemócrata alemán Martin Schulz, actual presidente del Parlamento Europeo. Resulta que la alternativa a la derecha que representa Jean Claude Juncker la encarna un miembro del SPD alemán, el partido que desde el pasado mes de diciembre apoya a Ángela Merkel al frente de un gobierno de “gran coalición” como el que parece desear aquí Felipe González.

 Pase lo que pase el 25 de mayo, Mariano Rajoy seguirá gobernando. En el peor de sus escenarios, si sufre un severo retroceso electoral, como mucho puede verse obligado a modular sus políticas, máxime a un año de unas elecciones municipales y autonómicas en las que hay mucho en juego. En cualquier caso, Rajoy no se juega su supervivencia política. Al contrario que Rubalcaba, a quien otro retroceso electoral sobre los pésimos resultados de 2011 le dejaría completamente fuera de juego ante las primarias socialistas del próximo otoño. Para el primero estas elecciones son un marrón; para el segundo, pueden ser su tumba política. Esa es la diferencia.