Resultados a la vista, el 28 de abril ha
supuesto el fin del largo periodo de 32 años de hegemonía política del Partido
Popular en Castilla y León. En el ámbito autonómico, hay que remontarse a 1986
para encontrar la anterior victoria del PSOE en unas elecciones generales.
Aquel año, en pleno apogeo del gobierno de Felipe
González, los socialistas obtuvieron 16 de los 34 diputados del Congreso
electos en esta comunidad autónoma, en tanto que 14 fueron para Coalición
Popular (AP-PDP-UL) y 4 para el Centro Democrático Social (CDS), el partido
creado por Adolfo Suárez tras el
naufragio de UCD.
Juan Vicente Herrera, Pablo Casado y Alfonso Fdez. Mañueco |
Con un 29,78 por ciento de los votos (451.048)
ha vuelto a erigirse en primera fuerza política de esta comunidad,
adjudicándose 12 de los 31 escaños del Congreso en liza (3 se han perdido desde
1986 por el sumidero de la pérdida de censo). El PP, que hace tan solo tres
años, sumó 18 diputados, se ha quedado con 10, al dejarse en el camino 245.000
votos que le han hecho pasar del 44,33 por ciento al 26, 05 (de 639.764 ha caído a
394.658 votos).
Del descalabro ha
resultado especialmente beneficiado Ciudadanos, que, tan quejumbroso siempre
contra el vigente sistema electoral, ha optimizado mejor que nadie sus votos.
Con 286.228 votos, apenas 82.000 más que en 2016 (un incremento del 4,4 por
ciento), ha pasado de uno a ocho diputados, obteniendo representación en todas
las provincias, excepto Soria. (Téngase en cuenta que el PSOE, con 116.627
votos más, un 6,61 por ciento de incremento, solo ha aumentado en tres su
cosecha de escaños en el Congreso).
Albert Rivera en su único mitin en Castilla y León |
Por
el contrario. El gran penalizado por el sistema -cuya verdadera clave no es el
método D´Hont, como con tanta ignorancia se afirma, sino la parcelación del
voto en circunscripciones provinciales- ha sido Vox, que con 186.317 votos (el
12,3 por ciento) obtiene tan solo un escaño. Divídase el número de votos de
cada partido por el de escaños obtenidos y se obtendrá el dispar coste de cada
diputado elegido en Castilla y León. (Ya se lo cuento yo: al PP le ha salido
cada escaño a 39.465 votos, al PSOE a 37.587, a Ciudadanos a 35.778 y a Vox a los citados
186.317). Y tal como auguraban los sondeos, Unidas Podemos, quinta fuerza
política en Castilla y León con 157.338 votos (66.389 menos que en 2016), ha
perdido los tres diputados (Valladolid, León y Burgos) con los que ha contado
en esta comunidad desde las elecciones de 2015.
Amortiguado el descalabro del PP en el Senado.- Aunque no con la dimensión con que ha producido, el desplome electoral del PP no era en absoluto imprevisible. Aquí mismo advertimos a mediados de enero de la temeraria estrategia de Pablo Casado. Y suerte ha tenido en Castilla y León al ver amortiguada su debacle en el Senado, donde lo habitual es que la fuerza política más votada al Congreso en cada provincia acapare tres escaños, quedando el cuarto para el segundo partido.
Luis Tudanca y Pedro Sánchez |
Como sea que
el PSOE, ha sido el partido mas votado en siete provincias (todas menos Ávila y
Salamanca), esa lógica hubiera supuesto todo un vuelco en la adjudicación de
los 36 escaños electos, de los que 27 eran hasta ahora del PP y los nueve restantes
socialistas.
Sin
embargo, lo apretado del resultado del Congreso en varias provincias, ha hecho
que en dos de ellas PP y PSOE se hayan repartido, dos por partido, los cuatro
escaños, situación que se ha producido concretamente en Palencia y en Soria. Y
lo más sorprendente aún: en otras dos provincias en las que los socialistas han
sido los más votados, el PP ha conseguido los tres escaños por tan solo uno del
PSOE. Ha sido el caso de Segovia y Zamora, si bien en esta última provincia la
ventaja del tercer senador del PP, José
María Barrios, respecto al siguiente
candidato más votado, la socialista Ángeles
Martín Blanco, es tan solo de 18 votos, diferencia que puede enjugarse en el
escrutinio del voto CERA (censo de residentes en el extranjero).
A
expensas de esta última posibilidad, el PP se ha adjudicado 19 escaños frente
los 17 escaños que suma el PSOE, victoria pírrica que mitiga en parte el
descalabro del partido hasta ayer hegemónico en Castilla y León. Del batacazo
en el Senado no se han salvado algunos
de los que se creían incombustibles, tales como los vallisoletanos Miguel Ángel Cortes y Arenales Serrano (“Botar a la izquierda, principio de solución a la despoblación” fue el ocurrente título de
un artículo publicado por esta última el viernes pasado…).
Miguel Ángel Cortés y Arenales Serrano |
Lo peor para el PP es lo que presagia el
resultado del 28 de abril ante la triple convocatoria electoral del 26 de mayo,
y en particular en lo que se refiere a las urnas autonómicas, en las que, salvo
un milagroso vuelco, va a quedar certificado el fin de estos 32 años de
hegemonía política en la comunidad. Calculadora en mano, “El topillo” se ha
puesto a extrapolar resultados y me adelanta que Alfonso Fernández Mañueco tiene todas las papeletas para
protagonizar el “remake” autonómico de “El
hombre que (no) pudo reinar”…