Buena parte de las decenas de miles de
personas que se dieron cita ayer en Madrid convocados bajo el lema “La revuelta
de la España
vaciada” o procedían de Castilla y León o eran castellano-leoneses residentes
en la comunidad madrileña, territorio que, junto a Cataluña y País Vasco, han
sido los principales destinos, países del extranjero aparte, de los centenares
de miles de habitantes que fueron abandonando esta tierra desde la segunda mitad del
pasado siglo y lo, que es más lamentable, la han seguido abandonando durante la presente
década.
Pero
ese repunte estadístico enmascaraba una doble realidad estructural: el saldo
vegetativo seguía siendo negativo y el aumento de censo tampoco se producía en
las nueve provincias, ya que tres de ellas, Zamora, León y Palencia, siguieron
perdiendo población en dicho periodo. Por otra parte, el fenómeno tenía un
impacto básicamente urbano, en tanto que el medio rural continuaba
despoblándose y envejeciéndose sin remisión. Así lo advirtió, en esa etapa de
pleno crecimiento económico, la
Estrategia de lucha contra la Despoblación aprobada por las Cortes de Castilla y
León en octubre de 2005. Dicho documento, fruto de un intenso trabajo con
participación de agentes sociales, Universidades, expertos y conocedores del
medio rural (con lar organizaciones agrarias a la cabeza), constituyó un
valioso diagnóstico que alertaba sobre el carácter estructural del problema.
Sin embargo, cinco años después el gobierno de Juan Vicente Herrera decidió arrojar a la papelera dicho Estrategia y sustituirla por la llamada Agenda para la Población promovida unilateralmente por
Lo
que había quedado atrás era el espejismo del repunte demográfico de la primera
década del siglo y lo que comenzaba era un desplome poblacional que arroja a
estas alturas de la segunda década una pérdida acumulada de 154.357 habitantes,
esto es, un censo superior al de toda la provincia de Segovia. En cuanto
comenzó a constatarse el fracaso de su invento, el ínclito promotor de la Agenda de Población comenzó
a argumentar que el problema demográfico no era exclusivo de Castilla y León y
que había que promover una estrategia de Estado. Y tan pronto como tuvo
ocasión, tras las elecciones autonómicas de 2015, se sacudió el problema y se
lo endosó a la vicepresidenta Rosa
Valdeón, a la que, eso sí, pese a ser a su vez la Portavoz de la Junta , no confió la preciada
chequera mediática que con tanta discrecionalidad ha seguido y sigue administrando.
Juan Vicente Herrera y José A. de Santiago-Juárez |
A
todo esto lo de elevar el problema de la despoblación a cuestión de Estado fue
asumido por el gobierno de Mariano Rajoy
durante la Conferencia
de Presidentes celebrada en el Senado en enero de 2017, en la que se
comprometió a elaborar y presentar antes de que finalizara ese año la Estrategia nacional
sobre el Reto Demográfico. ¿Y que pasó?
Pues que el 1 de junio de 2018 Rajoy fue desalojado de La Moncloa sin que su
gobierno hubiera cumplido dicho compromiso.
Lo más sangrante fue que un mes antes el PP
tuvo la desfachatez de celebrar en Zamora una convención sectorial sobre Medio
Rural y Reto Demográfico, en la que se dieron cita la comisaria nombrada para
elaborar dicha Estrategia, una tal Edelmira
Barreira, su jefa política, la vicepresidenta Soraya Sáez de Santamaría, y el propio Mariano Rajoy. Todos ellos
acogidos sin el menor reproche por el presidente de la Junta , Juan Vicente Herrera,
el del PP de Castilla y León, Alfonso
Fernández Mañueco, y la plana
mayor del PP zamorano. (Zamora es la provincia de la comunidad en la que más ha
caído la tasa de población en lo que va de siglo, un 14,2 por ciento de su
censo, acumulando una pérdida de 28.920 habitantes).
García Tejerina, en el centro de una pancarta del PP de Guadalajara |
Como tampoco fue cortapisa para que se sumara a la convocatoria la vicesecretaria regional del PP, hasta hoy procuradora y nueva cabeza de lista al Congreso por Zamora, Isabel Blanco, que, al igual que la ex ministra, lejos de la menor autocrítica, aprovechó para cargar contra el gobierno Sánchez, que el pasado viernes aprobaba las directrices básicas de la Estrategia contra la Despoblación que someterá a la Conferencia de Presidentes a celebrar tras las próximas eleccciones autonómicas. Frente al comedimiento de otros políticos del PP que también se acercaron a Madrid, como los presidentes de las Diputaciones de las Diputaciones de Valladolid y Palencia, Jesús Julio Carnero y Ángeles Armisén, precisamente las que más motivos tenían para callar más se soltaron la lengua.
Ya se sabe que en campaña electoral vale casi todo, pero Tejerina, Blanco y otras abnegadas y abnegados candidatos deberían saber que conviene administrar la osadía con un mínimo de prudencia. Para su desgracia, el primero que está empezando a comprobarlo es Pablo Casado, quien en el pecado está llevando la penitencia.
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