Un pan como
unas hostias. A tenor de los resultados del 10-N, esto es sin duda lo que hizo
Pedro Sánchez el pasado verano al no apurar las posibilidades de acuerdo con
Unidas Podemos y apostar por la celebración de nuevas elecciones generales.
Pedro Sánchez, anoche en Ferraz |
Desde Moncloa-Ferraz se pensaba que Pablo Iglesias pagaría en las urnas los platos rotos del desacuerdo de la izquierda, al tiempo que los socialistas podían pescar en el agitado caladero electoral de Ciudadanos, donde no todos sus votantes compartían el brusco bandazo a la derecha, cordón sanitario contra el PSOE incluido, decidido por Albert Rivera.
A la hora
de evaluar los riesgos de la repetición electoral, Sánchez no ignoraba que en
octubre habría sentencia condenatoria contra los líderes del “procés”, pero
calculó erróneamente el alcance de la respuesta por parte del secesionismo
catalán. Dio por descontado que los independentistas desplegarían toda su capacidad de movilización
ciudadana en contra de la sentencia del Supremo. Pero él, que abogaba por la
“desinflamación” del conflicto, ni por asomo pensó que la protesta fuera a
incendiar la calle con unos disturbios públicos sin precedentes que iban a
situar a Cataluña en el eje de la campaña electoral. Ni él ni nadie, todo hay
que decirlo, contemplaba un escenario como el que ha dominado este otoño la
política española.
Pablo Casado, anoche ante la sede de Génova |
En consecuencia, enfocó su estrategia hacia la recuperación del antiguo voto del PP fugado a Ciudadanos, para lo cual Casado se disfrazó de centrista, cambiando el discurso antediluviano de abril por otro mas templado que no espantara al votante moderado. Y para ello no dudó en prescindir de su auténtico espejo y mentor político, José María Aznar, y recurrir a la figura de Mariano Rajoy, todo un viraje que incluyó el desembarco como número dos por Madrid de la ex ministra y ex presidenta del Congreso Ana Pastor, máxima exponente del marianismo denostado seis meses antes desde Génova.
Cierto que el PP ha recuperado terreno. Solo
hubiera faltado que no lo hiciera tras sus catastróficos resultados de abril,
cuando perdió más de 3,5 millones de votos y más de la mitad de sus diputados
(de 137 a
66). Pero la recuperación ha estado muy por debajo de las expectativas
alentadas por el propio Casado, quien, a raíz de que los sondeos otorgaran a su
partido alrededor del centenar de escaños, comenzó a hablar de “empate técnico”
entre PP y PSOE. Por ello, y habida cuenta de la espectacular debacle sufrida
por Ciudadanos, el avance electoral del PP no es precisamente como para tirar
cohetes.
Rivera o como conducir a un partido al suicidio colectivo |
Para mayor inri, Rivera, en comandita con Casado, ha contribuido activamente a alimentar al monstruo de la ultraderecha a base de blanquearlo a través de los sucesivos pactos tripartitos en Andalucía, Madrid (Comunidad y Ayuntamiento) y Murcia. Sin percartarse además de que Cataluña, en su día la gran palanca política de Ciudadanos, iba a jugar ahora ese papel a favor de Vox.
Sensación agridulce en el PP de
Castilla y León.-
En Castilla y León, el desplome de Ciudadanos, socio y muleta del PP en el
gobierno autonómico, ha sido aun más pronunciado que a nivel nacional. Le han
abandonado nada menos que el 64 por ciento de los electores que en abril le
proporcionaron 8 escaños en el Congreso. Los 287.468 votos (18,89 por ciento)
obtenidos entonces han quedado reducidos a 104.139 (7,56%), dejándose por tanto
en el camino la friolera de 183.329 votos. Con ello ha pasado a ser la quinta
fuerza política en la comunidad, por debajo de Unidas Podemos, que con 128.099
votos (30.426 menos) se ha situado en cuarto lugar.
Tras su histórico descalabro en abril, el PP
ha vuelto a ser el partido más votado en la comunidad, al imponerse al PSOE por
un estrecho margen de votos (436.510 frente a 430.587). En porcentaje ha
mejorado su resultado en un 5,67 por ciento, que viene a ser aproximadamente la
mitad del 11,33 por ciento perdido por Ciudadanos. Sin embargo, su crecimiento
en votos no guarda esa misma relación, ya que solo ha sumado 40.644 más
que en los anteriores comicios. Entonces solo fue la fuerza más votada en
Salamanca y Soria, y ahora lo ha sido también Palencia, Zamora y Ávila. Su
recuperación se concreta en la recuperación de tres nuevos escaños (Valladolid,
Burgos y Palencia), que añade a los 10 obtenidos en abril, cosecha aún lejos de
los 18 con que contaba en 2016 y también de lo que eran sus propias
expectativas de estas elecciones. De ahí que compartan la misma sensación
agridulce que el PP nacional.
Dirigentes de Vox celebrando su éxito electoral |
Aunque se ha visto rebasado por el PP, el PSOE
de Castilla y León ha aguantado el tipo mejor que en el conjunto nacional.. De hecho, pese a haber perdido 22.812 votos, ha conseguido mejorar
su porcentaje hasta el 31,24 por ciento, tan solo un 0,43 % inferior al 31,67 obtenido por el PP. Los socialistas han renovado exactamente los 12
escaños obtenidos en abril, manteniendo su condición de primera fuerza política
en Valladolid, León, Burgos y Soria. Su gran contratiempo se ha producido en el
Senado, donde el PP ha dado la vuelta al resultado anterior.
Favor de Vox al PP en el Senado.- A expensas de algún cambio de
última hora, los populares sumarían tres senadores por Salamanca, Ávila,
Palencia, Segovia y Zamora y otros dos por Valladolid, León, Burgos y Soria,
provincias estas últimas en las que PP y PSOE han empatado a escaños. Con ello
el PP, que partía de 17, sumaría ahora un total de 23 de los 36 senadores
elegidos en Castilla y León, en tanto
que los socialistas, al perder seis escaños a manos de los populares, conservarían 13 de los 19 de abril.
Igea y Mañueco: ¿Y ahora qué? |
¿Cómo puede
afectar la catástrofe electoral de Ciudadanos y su grave crisis orgánica a
los acuerdos alcanzados con el PP para gobernar la Junta , así como varias
Diputaciones e importantes ayuntamientos de Castilla y León? ¿Puede mantener un
partido desahuciado por los electores unas cuotas de poder obtenidas a partir
de unos resultados que ahora son completamente ficticios? Lo iremos viendo.