No hace falta llamarse Donald, ser yanqui y exhibir una cabellera naranja para practicar el trumpismo desinformativo de la posverdad. Se puede haber nacido por estos lares, llamarse Pepe o Mariano, incluso Paco o Alfonso, ser calvo o lucir tupé, usar gafas o lentillas, y afanarse en el empeño de camuflar la realidad igual de tramposamente. De hecho, es lo que viene haciendo la Junta de Castilla y León desde que irrumpió en escena el Covid-19 a través de sus dos máximos responsables, el presidente Alfonso Fernández Mañueco, y el vicepresidente Francisco Igea, con la impagable cooperación de la teórica consejera de Sanidad, Verónica Casado, y ya con el mayor de los descaros al arreciar esta tercera ola que ha dejado al descubierto su obsceno comportamiento de anteponer espurios intereses políticos a la Salud de los castellanos y leoneses.
Pero las mentiras suelen tener las patas más cortas, máxime cuando el mentiroso es a la vez torpe y compulsivo. Y los hechos han demostrado que el conejo de la chistera de adelantar unilateralmente el toque de queda a las ocho de la tarde tenía como único objetivo el de tender una densa cortina de humo que desviara la atención sobre la responsabilidad política de que la tercera ola de la pandemia se haya cebado especialmente en Castilla y León.
Alfonso Fernández Mañueco |
A decir verdad, la operación propagandística
urdida por Mañueco e Igea, cada vez más parecidos a unos siameses políticos,
les ha producido ciertos resultados, sobre todo en los medios de comunicación nacionales,
que como suelen aplicar la brocha gorda sin detenerse a analizar el contexto
y los detalles, han comprado la mercancía averiada de que Castilla y León viene
siendo una de las comunidades autónomas más propensa a adoptar restricciones,
lo cual únicamente es cierto si se la compara con el Madrid de Isabel Díaz Ayuso (y en Navidades ni eso). Y en cuanto a los medios
regionales, salvo contadísimas excepciones, han estado mirando para otro lado y
contemporizando, no vaya a ser que la Junta se lo tome a mal y pase factura en
el reparto de la tarta de la publicidad institucional, que se sigue repartiendo
con la discrecionalidad de siempre. Si encima anda pendiente la resolución del
concurso para adjudicar nada menos que 138 nuevas emisoras de FM, para qué les
cuento…
Pues bien, aún a pesar de estas complicidades,
resulta difícil de camuflar la indecorosa actuación del gobierno Mañueco en
esta fase de la pandemia. Para su sorpresa, el gobierno Sánchez actuó con
inteligencia al recurrir judicialmente el adelanto del toque de queda sin
solicitar la medida cautelarísima de suspender su aplicación con carácter
inmediato, lo cual ha permitido que siga en vigor a expensas de lo que resuelva
el Tribunal Supremo, que se
pronunciará la próxima semana.
Javier Izquierdo, Deleado del Gobierno en CyL |
Pero el gobierno central no cayó en esa trampa
y el toque de queda a las ocho de la tarde ha seguido y sigue vigente, con lo
cual el trío Mañueco-Igea-Casado no ha podido disponer de esa munición. En su
defecto, tras apurar el plazo para presentar alegaciones al recurso judicial,
ha optado por la estrategia trumpista de asegurar que el adelanto del toque de
queda ha sido fundamental para contener la vertiginosa expansión del virus. Una
nueva falacia que los datos estadísticos desnuda por completo.
Durante las dos últimas semanas de enero,
cuando más arreciaba la tercera ola, el presidente Fernández Mañueco, el mismo
que verbalizó el temerario objetivo “salvar las Navidades”, ha estado poco
menos que desaparecido, dejando que Igea y Casado capearán como malamente han
podido el temporal. Mañueco ha esperado a que la oleada alcanzara el pico de la
curva y la Incidencia Acumulada (IA) comenzara a descender para reaparecer ante
los medios de comunicación, cosa que hizo ayer con la excusa de explicar el
fundamento de las alegaciones presentadas por la Junta al recurso pendiente de
resolver por el Tribunal Supremo. Y ahí tuvimos al presidente de la Junta
sosteniendo sin pestañear, como ya hizo el día anterior la consejera Casado, la
supuesta eficacia de su audaz decisión de adelantar el toque de queda, una
medida que ninguna otra comunidad autónoma –y varias de ellas eran partidarias-
ha secundado. ¿Quién ha sido aquí el conductor que ha circulado en sentido
contrario por la autopista?
Francisco Igea y Verónic Casado |
Al contrario: desde su entrada en vigor el ritmo de contagiosidad que ha ido registrando Castilla y León ha estado siempre por encima de la media nacional. El 15 de enero la IA a 14 días era de 575 casos en el conjunto de España y de 696 casos en esta comunidad, que ocupaba en ese momento el séptimo puesto en la tabla de la contagiosidad. Pues bien, a fecha de ayer, 3 de febrero, la tasa estatal se situaba en 815 casos y la autonómica en 1.240, lo que quiere decir que mientras la primera se ha incrementado durante el periodo comprendido entre ambas fechas en un 42 por ciento, la segunda lo ha hecho en un 78, escalando hasta el segundo puesto de la tabla. Pero hay más, en el conjunto de España el pico de la curva se alcanzó el 27 de enero con una IA de 900 casos (un incremento del 56 por ciento desde el 15 de enero). Por su parte, en Castilla y León dicho pico se alcanza un día después, el 28 de enero, con una tasa de 1.417, un 103 por ciento mayor que la registrada (los 696 casos antes indicados) el día anterior al adelanto del toque de queda.
Con estos datos en la mano, ¿a quién pretenden engañar estos trileros que desgobiernan esta desdichada comunidad? A cualquiera que se deje, que desde luego no será el personal sanitario del SACYL, que conoce perfectamente a lo que ha estado jugando la Junta y sufre en carne propia la saturación de la atención primaria (devenida en una lamentable desatención que ya sabemos que también está costando vidas por la falta de detección y tratamiento de otras patologías no Covid) y un colapso hospitalario que ha obligado a habilitar camas en dependencias improvisadas, caso del gimnasio del Hospital Clínico de Valladolid, y a lanzar un SOS a las comunidades vecinas en previsión de que haya que trasladar las UCI de sus hospitales enfermos sin cama en los de Castilla y León.
Protesta del personal sanitario contra el "decretazo" |
El ejemplo de la Xunta de Galicia.- Por lo demás, las últimas restricciones adoptadas por la Junta en 53 municipios resultan sumamente reveladoras de la falta de determinación política con la que la Junta sigue afrontando la pandemia. Son similares a las adoptadas por la Xunta de Galicia una semana antes, pero con dos importantes diferencias. En la comunidad vecina se han decretado cuando su IA era de 726 casos y se aplican en la totalidad del territorio. En Castilla y León se han adoptado cuando la tasa media en la comunidad era de 1.383 y afectan tan solo a los 53 municipios con más de 1.500 casos, los cuales suman el 7 por ciento de la población de la comunidad. Y otra cosa más: al margen de su reducido ámbito de aplicación, la adopción de estas medidas desmiente el recurrente y falaz mantra de que las comunidades autónomas no disponen de mayores herramientas para combatir esta última y virulenta tercera ola de la pandemia.
No se concibe que se lamenten, evidentemente de boquilla, de no poder disponer confinamientos domiciliarios y al mismo tiempo solo apliquen en una mínima parte del territorio de la comunidad medidas restrictivas como las adoptadas en esos 53 municipios. Definitivamente, lo de este gobierno autonómico tramposo y trumpiano es que no hay por dónde cogerlo.