lunes, 24 de junio de 2013

Castilla y León, un bienio negro

 Hoy se cumplen justamente dos años de la cuarta investidura de Juan Vicente Herrera como presidente de la Junta, cargo que llevaba desempeñando más de una década, exactamente desde que en marzo de 2001 ocupó la vacante dejada por Juan José Lucas. El nuevo mandato se iniciaba con el gobierno Zapatero en fase prácticamente terminal y con la expectativa de un cambio de inquilino en La Moncloa que llegaría seis meses después.


J.V. Herrera, De Santaigo-Juárez y Del Olmo
 El recrudecimiento de la crisis y el cambio de gobierno han marcado este último año y medio en España y en esta comunidad autónoma, que en el ecuador de la Legislatura se encuentra en su momento mas critico en sus 30 años de historia. Desde esa investidura de 2011 Castilla y León han vivido un bienio ciertamente negro en todos los aspectos, no solo en el económico y en el social, también en el político y en el institucional.

Basta repasar someramente los principales parámetros para comprobarlo, comenzando por el paro y la despoblación. La última Encuesta de Población Activa disparó la tasa de desempleo hasta el 22,71 por ciento, cifrando el número de parados en 262.600 (58.100 más que dos años antes). Y en cuanto a la despoblación, Castilla y León ha perdido solo en 2012 nada menos que 30.605 habitantes, pérdida record en un solo año tras la registrada en 2011, que fue de 12.375. Solamente estos dos datos ponen de manifiesto la sangría que está sufriendo está comunidad y la incapacidad del gobierno autonómico para contenerla.

 En ese discurso de investidura de junio de 2011 Herrera ofreció un pacto de comunidad (no solo político, también social) para blindar los servicios esenciales (Educación, Sanidad, Dependencia, etc.). Fue una más de sus habituales promesas incumplidas. Dicho pacto en ningún momento se planteó. En su lugar, la Junta, primero motu proprio y después instado por el gobierno Rajoy, continuó con la escalada de recortes sociales que ya había iniciado ese mismo año y que a fecha actual se cuantifica en 758 millones de euros detraídos a las consejerías de Educación (-422 millones), Sanidad (-272) y Familia (-64).

 El resultado está a la vista de todos por mucho que se pretenda ocultar. Castilla y León ha perdido el liderazgo que ostentaba en el Índice de Desarrollo de los Servicios Sociales, cayendo del primer al cuatro puesto tras el Pais Vásco, Navarra y La Rioja. Naturalmente a ello no es ajeno el recorte presupuestario del 8,6 por ciento que lleva acumulado en los tres últimos años la consejería de Familia.

Consejeos de Sanidad, Familia y Educación
En Educación el propio consejero, Juan José Mateos, ha reconocido que los recortes han llegado al límite. Ha calificado de medida dolorosa la de tener que prescindir de 700 profesores que él mismo consideraba necesarios y se cifran en 1.356 los universitarios de la comunidad que se han quedado sin beca por falta de dotación presupuestaria.

Y en Sanidad, aunque el recorte mas sonado ha sido el de la supresión de las guardias nocturnas en 17 centros rurales, los recortes han degradado la asistencia hospitalaria, como bien lo demuestran las listas de espera quirúrgica, que en el último año y medio se han duplicado. La solución adoptada para atajar el problema ha sido la de desviar hacia la Sanidad privada parte de las intervenciones quirúrgicas a través de un plan de choque que nos va a costar 12 millones de euros… No hablemos ya del canon multimillonario (71 millones anuales) destinado al Hospital de Burgos.

¿Qué decir del absoluto fracaso de la Junta en su intento de mediar ante el Ministerio de Industria para mantener la actividad en unas cuencas mineras a las que el gobierno Rajoy ha colocado al borde de la desesperación? ¿Y del espantoso ridiculo hecho por el gobierno Herrera, quedándose solo en la defensa de una central nuclear como Garoña que ni la propia empresa tiene interés en mantener debido a las costosas inversiones a realizar para garantizar una seguridad que ni aun así estaría del todo garantizada? Penoso.

Villanueva y Del Canto (CEISS)
¿Qué les voy a contar del fiasco de las Cajas de Ahorro y de la presunta estafa a miles de ahorradores a los que endosaron  participaciones preferentes y deuda subordinada, de la situación de quiebra en que se encuentra el banco CEISS –producto de una fusión forzada y teledirigida por la Junta- y de la patética incapacidad de la consejería de Economía para sacar adelante la fundación que ha de hacerse cargo de la obra social de las arruinadas Caja España y Caja Duero?

 ¿Y de los reveses judiciales del calibre de la sentencia del TSJ que ha obligado a paralizar la Ciudad de la Energía, el edificio institucional de la fantasmal Ciudad del Medio Ambiente, y de la del Tribunal Constitucional que se carga la ley “ad hoc” con la que se pretendió legalizar la planta de residuos industriales de Santovenia de Pisuerga? Una insostenible política medioambiental que ha encontrado su mejor símbolo en el desmoronamiento de la pasarela de los Cuestos de Benavente.

 ¿Qué decir de la pretendida “ordenación territorial” en que se ha empecinado la Junta, más lejos que nunca del “acuerdo politico y social” que pretendía alcanzar Herrera en el primer año de la Legislatura (discurso de investidura, pág. 17)? ¿Y qué del Plan plurianual de Convergencia interior, suprimido de un plumazo, en contra de lo anunciado por el presidente, que en ese mismo discurso (pág. 22) lo consideraba "imprescindible”?

 Nada se dijo en aquel discurso de los nuevos impuestos autonómicos que seis meses después aprobaba la Junta, entre ellos el nefasto “centímazo sanitario” con el que la comunidad ha hecho un pan como unas auténticas hostias. Unos impuestos que apenas han paliado el desplome de la recaudación propia ni han evitado que la deuda pública se haya disparado casi al doble en estos dos últimos años (de 4.422 a 8.070 millones) con todo el coste financiero que ello supone.

 En junio de 2013 Castilla y León está peor que nunca y el gobierno autonómico completamente desfondado. Y lo grave es que no hay alternativa, ni fuera -en la oposición- ni dentro del PP, donde Herrera se ha convertido en el principal lastre: Un presidente sin autoridad ante Madrid y sin arrestos aquí que lleva camino de dejar esta comunidad como un auténtico solar. Eso sí, con una hipoteca de la que no se haría cargo ni el “banco malo”.