lunes, 28 de octubre de 2013

Villarrubia-López, un conflicto enquistado



  El esfuerzo de Alfredo Pérez Rubalcaba y su equipo por aislar la próxima Conferencia Política del PSOE del debate sobre la convocatoria de elecciones primarias para elegir al futuro candidato socialista a la presidencia del Gobierno ha resultado baldío. Aunque en el plano teórico pueda sostenerse que lo primero y básico son las ideas y después los lideres que las defiendan, es indudable que en la práctica ambas cosas van indisolublemente unidas. 
De poco sirve el programa ideológico si no se dispone de un líder que lo encarne con credibilidad suficiente para obtener en las urnas el imprescindible respaldo electoral. De ahí que haya quien piense, no sin razón, que el rearme ideológico y programático que persigue el PSOE con esta Conferencia se evaporará rápidamente si no se acompaña de una pronta y profunda renovación de sus actuales dirigentes. Sin ella no se habrá producido la catarsis aplazada desde la debacle electoral de 2011.


 
Villarrubia, Rubalcaba y López
Al igual que para el Partido Popular, las elecciones europeas del próximo mes de mayo suponen para los socialistas un test fundamental. Permitirán calibrar tanto el verdadero coste electoral sufrido por el PP desde que gobierna Rajoy como si el PSOE sigue sin levantar cabeza o comienza a remontar posiciones.

 La cuestión previa es si los socialistas afrontan ese reto electoral sin haber celebrado primarias, con Rubalcaba intentando liderar esa remontada en busca de una segunda oportunidad, o si lo hacen tras permitir que las bases puedan optar por un líder emergente capaz de conectar con la cambiada realidad social y de devolver la ilusión al antiguo electorado defraudado. Un dilema que no es ideológico sino mero reflejo de la división interna no resuelta en un congreso federal cerrado completamente en falso.

 Buena prueba de que no son las divergencias ideológicas las que dividen internamente a los socialistas, sino las ambiciones personales de poder, la tenemos en Castilla y León, donde el PSOE se ha fracturado en torno a dos lideres enfrentados, Julio Villarrubia y Óscar López, que pertenecen al mismo bloque dirigente y no mantienen diferencia alguna respecto a la política nacional. Les enfrenta únicamente la aspiración de ambos a encabezar el cartel socialista en las elecciones autonómicas de 2015. 
El primero desde su condición de secretario autonómico del partido;  el segundo, como portavoz parlamentario y anterior candidato que, como Rubalcaba, no renuncia a una segunda oportunidad. Si ninguno se bate antes en retirada, la pugna habrá de dirimirse en las correspondientes elecciones primarias, en las cuales tampoco ha de descartarse la irrupción de otras candidaturas alternativas.

 
Tino Rodriguez
El problema es que, un año y medio antes de esas elecciones autonómicas, cuando mas necesaria y contundente es su respuesta a las devastadores políticas del PP, los socialistas de Castilla y León unen a la debilidad de la marca PSOE el quiste de ese  enfrentamiento interno. 

La división es patente en el seno del grupo parlamentario de las Cortes, en la propia Ejecutiva autonómica y, en mayor o menor grado, en las nueve agrupaciones provinciales, donde se superponen los cainismos locales -en algunos casos endémicos- con los alineamientos en apoyo de López (los más) o de Villarrubia (los menos).

 Si esta división interna constituye una gran rémora incluso aunque se guarden las formas y se le ponga sordina, resulta del todo suicida cuando la batalla fratícida se produce de forma descarnada a la vista de todos, como viene sucediendo en el PSOE de León sin que nadie, ni Villarrubia,  secretario autonómico, ni López, a la sazón secretario federal de Organización, hagan nada por evitar la hecatombe de los socialistas leoneses. 
Uno y otro están contemplando con absoluta pasividad la descomposición del partido precisamente en la única provincia de esta comunidad en la que el PSOE había conseguido imponerse al PP en elecciones generales y autonómicas. No contentos con haber dilapidado aquel capital político, las continuas trifulcas públicas entre el secretario provincial, Tino Rodriguez, y el sector crítico -mayoritario en la agrupación local de León, la más numerosa de toda la comunidad-  están desarticulando al PSOE leonés.

Samuel Folgueral
 Por si faltara algo, los socialistas leoneses ni siquiera han escarmentado de la monumental pifia de la moción de censura de Ponferrada que tanto dañó la imagen del partido en toda España. Aunque formalmente esté desvinculado del partido, el alcalde ponferrandino, Samuel Folgueral, nunca ha sido desautorizado por la dirección provincial, al menos por González, quien ha mantenido en todo momento con él una indisimulada complicidad. Lo mismo que la inmensa mayoría de los socialistas ponferradinos, como acaba de poner de manifiesto la recien elegida responsable del PSOE de Ponferrada, Rita Prada, favorable a reincorporar al alcalde a las filas socialistas, postura defendida asimismo por Demetrio Madrid, máximo referente histórico del socialismo en Castilla y León.

Hasta tal punto se ha extendido la impresión de que Folgueral cuenta con la complicidad del partido, que ha tenido que salir el secretario federal de Ciudades y Política Municipal, Gaspar Zarrías, aclarando que el alcalde y los antiguos concejales socialistas permanecen expulsados, sin que esté prevista su readmisión. Un asunto sumamente resbaladizo sobre el que López y Villarrubia, que no quieren perder apoyos, prefieren pasar de puntillas por lo que pueda suceder en el futuro. La posibilidad de que se reproduzca lo ocurrido en su día en Benidorm es cada vez menos descartable. Al menos mientras persista, como persiste en sus actuales dirigentes, esa viciada forma de hacer política que tanto descrédito ha acarreado al PSOE.

elblogdepedrovicente@gmail.com      28-10-2013