lunes, 9 de junio de 2014

Castilla y León, regreso al pasado

  Dentro de un Estado de las Autonomías en una situación cada vez más crítica, con Cataluña sin dar un paso atrás en su desafío independentista y el País Vasco esperando su turno, el resto de las comunidades autónomas siguen en plena depresión política y económica. Fueron las administraciones que más crecieron y dispararon el gasto -en buena parte de manera superflua- al calor de la “burbuja inmobiliaria” y, en consecuencia, las que mayor agujero financiero han sufrido una vez que aquella estalló abruptamente y nos empantanó en la crisis.


Jesús Quijano
 El súbito desplome de aquellos ingresos fáciles produjo una auténtica  quiebra en las arcas autonómicas, que en el caso de Castilla y León se refleja en dos datos: La involución presupuestaria y el incremento casi exponencial de la deuda pública. En 2014 la Junta se ha visto obligada a contraer el gasto a niveles de hace una década, al tiempo que su deuda se ha quintuplicado desde entonces, superando ampliamente ya los 8.000 millones de euros.

 Pero la involución no ha sido meramente presupuestaria. Paralelamente está comunidad autónoma ha ido perdiendo músculo político, músculo económico y músculo social y ciudadano. No hablemos ya del pretendido “músculo financiero”, del que prácticamente no queda ya más que algún tendón.

El anquilosamiento político es patente tanto en la Junta como en la oposición. El constante declive que viene sufriendo el PSOE desde 1987 ha degenerado en estos últimos años hacia un proceso de descomposición de resultas del cual el primer partido de la oposición ha tenido que recurrir a la figura histórica de Jesús Quijano para cubrir el vacío en su dirección. Quijano, secretario regional del PSOE durante el último decenio del siglo pasado, perdió frente a Juan José Lucas las elecciones autonómicas de 1991 y 1995, retirándose del primer plano de la vida política en 2003 (su regreso  como diputado del Congreso en la pasada legislatura fue una especie de paréntesis un tanto accidental).

Juan Vicente Herrera
 Al hacerse cargo de la gestora que regirá a los socialistas de Castilla y León hasta la celebración de su congreso autonómico, Quijano se encuentra con un presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera, que, cumplidos 13 años en el cargo, mantiene abierta la posibilidad de presentarse a una reelección con la que extendería su mandato hasta 2019. Ambos fueron homólogos -portavoces de sus respectivos grupos parlamentarios- durante la legislatura 1995-1999, y como tales principales artífices de la segunda reforma del Estatuto de Castilla y León, la de 1999, con la que Castilla y León alcanzó su mayoría de edad como comunidad y fijó su actual techo de competencias.
 Más allá de su abundante hojarasca declarativa, la posterior reforma estatutaria aprobada en 2007 no ha aportado por sí misma absolutamente nada, ya que su único objetivo competencial -la gestión de la cuenca del Duero- se vió truncado por la sentencia del Tribunal Constitucional.

Esta comunidad autónoma se encuentra en 2014 estancada más o menos donde la dejó Jesús Quijano cuando en 2003 se retiró al Consejo Consultivo (al que por cierto accedió mediante designación directa del gobierno Herrera y no por elección de las Cortes, como figura erróneamente en Wikipedia y han publicado estos días la mayor parte de los medios). Desde entonces ni siquiera se ha culminado el techo competencial fijado en 1999, ya que, después de 15 años, la Junta no ha sido capaz de cerrar con el gobierno central –ni con Aznar, ni con  Zapatero ni con  Rajoy- el pertinente acuerdo para hacerse cargo de las competencias en materia de Justicia.

Quijano y otros miembros de la gestora del PSCL-PSOE
  En todo caso, Quijano no ha vuelto para quedarse. Estará el tiempo imprescindible hasta que el PSCL-PSOE se dote de un nuevo liderazgo en la comunidad, que tendrá muy poco recorrido, por no decir ninguno, si no emerge una providencial tercera vía que se imponga a la enconada lucha fraticida desatada entre las facciones encabezadas por Óscar López y Julio Villarrubia, ambos absolutamente desacreditados para reflotar un partido al que tanto han contribuido a hundir.

 “Yo ya tengo más pasado que futuro”, repetía Herrera hace dos años, dando a entender que no volvería a presentarse a las siguientes elecciones autonómicas. Incluso dudó en optar a la reelección como presidente del partido en el congreso autonómico celebrado en 2012 por el PP de Castilla y León. Su fatiga política era evidente y se ha acrecentado aún mas en estos dos últimos años, marcados por sus continuos desencuentros con el gobierno de Mariano Rajoy. Pero lo cierto es que, a menos de un año de las elecciones autonómicas, sigue sin desvelar su futuro, resistiéndose a dar por concluido un ciclo político -el suyo- absolutamente agotado.

 Herrera y Quijano, a la sazón amigos personales, deberían llevar años compartiendo retiro en ese Consejo Consultivo que ellos mismos diseñaron en la reforma del Estatuto de 1999. Y sin embargo, 15 años después, los avatares de la política los han vuelto a emparejar al frente de los dos principales partidos en la comunidad. Toda una imagen del regreso al pasado emprendido por Castilla y León.