jueves, 12 de junio de 2014

Un espectáculo denigrante

Con permiso de la fatídica Ley de Murphy, prefiero pensar que el deplorable y bochornoso espectáculo protagonizado por un puñado de irresponsables indignos de representar a algo tan importante como sigue siendo el Partido Socialista, ha alcanzado su clímax y a partir de ahora comenzará a remitir. Ni en la más encarnizada batalla electoral entre partidos declaradamente enemigos se había conocido nunca una escalada de denuestos, improperios y descalificaciones entre miembros de una misma formación política. Nunca mas cierta aquella clasificación entre “Adversarios, enemigos y compañeros de partido” que unos atribuyen a Giulio Andreotti y otros a Konrad Adenauer.


Tomás Blanco, a la puerta de la sede  regional del PSOE
 Un cainismo furibundo que ha llegado incluso a faltar el respeto a alguien con una trayectoria política tan irreprochable como la de Jesús Quijano, cuya autoridad se vio desafiada el pasado lunes con la esperpéntica rueda de prensa celebrada por el ex secretario del PSOE abulense, Tomás Blanco, a la puerta de la sede autonómica del partido. “Han sido las palabras de un ciudadano más en la vía publica”, dijo con retranca Quijano tratando de quitar hierro el asunto. El problema es que, aunque ya no ocupe cargo orgánico en el partido, el ciudadano en cuestión es el portavoz socialista en la Diputación de Ávila, quién abandonó sus ocupaciones en la provincia para denunciar en Valladolid el ridículo “complot de los wats-app”.
 ¡Cómo si fuera un secreto que Celestino Rodriguez, Javier Izquierdo, Antonio Plaza, Juan Luis Gordo (y puede que algún otro secretario provincial sin “wats-app”) han estado siempre del lado de Óscar López en su guerra intestina con Julio Villarrubia…!

 Visto el cariz de los acontecimientos, la gestora que encabeza Quijano ha tenido que hacer un llamamiento público a las comisiones ejecutivas provinciales, comarcales y locales, “a todos y cada uno de los militantes y a cuantos nos representan en las instituciones”. “Les pedimos expresamente --dice la gestora- que ejerzan sus derechos como socialistas a través de los cauces que el propio partido tiene establecidos, que no adopten iniciativas de dudoso encaje en las normas estatutarias, que no diriman sus lícitas discrepancias en otros ámbitos, que eviten declaraciones, expresiones o actitudes que puedan suponer menosprecio para otros compañeros, (…) que seamos capaces entre todos de reducir la tensión y de recuperar la normalidad que debe presidir tanto nuestra vida interna, como nuestra presencia en la sociedad”.

Óscar López
  Horas después de que se hiciera público este llamamiento, ayer comparecía ante los medios de comunicación Óscar López, quién no había dicho ni pío sobre la crisis desatada en el PSOE de Castilla y León tras la voladura de la ejecutiva autonómica que encabezaba Villarrubia. Y el todavía Secretario Federal de Organización prácticamente ni se ha dado por aludido. Ni se ha reconocido inductor de la dimisión en bloque que derrocó al secretario autonómico, ni ha aclarado si piensa optar al cargo en el congreso extraordinario -a celebrar como pronto en septiembre- y si va a presentarse a las posteriores elecciones primarias para elegir el candidato socialista a la presidencia de la Junta. 
Por su parte, Villarrubia tampoco ha vuelto a abrir la boca desde la noche de su derrocamiento, en la que, eso sí, anunció su propósito de intentar recuperar la secretaría autonómica y de concurrir a esas primarias.

 El hecho de que el nuevo secretario autonómico vaya a ser elegido mediante el voto de todos los militantes hace concebir la esperanza de que desde las bases pueda emerger una tercera vía que desplace tanto a López como Villarrubia, ambos responsables por igual de la penosa situación en que se encuentra el partido en Castilla y León. No son muchas las opciones, entre otras cosas porque el frentismo entre ambas facciones ha contaminado a gente valiosa que, de no haberse alineado en uno de los bandos, podía haber encarnado esa renovación. Pero lo que es seguro es que la continuidad de López o de Villarrubia agravaría todavía más el comatoso estado en que encuentran los socialistas de esta comunidad.

José Antonio de Santiago-Juárez
Ambos representan la misma apuesta perdedora que en 27 años no solo no ha conseguido constituirse en alternativa de gobierno, sino que ha devenido en una oposición resignada, acomplejada y acomodada, incapaz de plantar cara al PP. Indolente incluso ante ex abruptos como los del consejero portavoz de la Junta, José Antonio de Santiago-Juárez, quien la pasada semana utilizaba su tribuna institucional para preguntarse, precisamente él, “si los socialistas son tan desleales y vengativos como aparentan, o está en su ADN”. Y en vista de que nadie se había molestado en contestarle, el propio De Santiago-Juárez elevaba su escalada denigratoria en el pleno de las Cortes de esta semana afirmando que “el PSOE ya no tiene ni votos ni dignidad ni prestigio”, dicterio que asimismo ha quedado sin respuesta.

 Un humillante silencio que revela la postración socialista ante la soez prepotencia de un personaje con tantos motivos para callar como el portavoz de la Junta, quien ha olvidado que hace justo un año tuvo que agradecer a la oposición que hubiera mirado para otro lado ante un flagrante abuso de poder cometido desde su cargo. Ya que el PSOE se está cociendo en su propia salsa, el PP podía haber tenido la elegancia de callarse. Pero no. Ha tenido que ser el menos indicado quien se ha recreado hurgando groseramente en la herida socialista. Una vez más, él solo ha vuelto a retratarse.

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