Con permiso
de la fatídica Ley de Murphy, prefiero pensar que el deplorable y bochornoso
espectáculo protagonizado por un puñado de irresponsables indignos de
representar a algo tan importante como sigue siendo el Partido Socialista, ha
alcanzado su clímax y a partir de ahora comenzará a remitir. Ni en la más
encarnizada batalla electoral entre partidos declaradamente enemigos se había conocido nunca una escalada de denuestos,
improperios y descalificaciones entre miembros de una misma formación política.
Nunca mas cierta aquella clasificación entre “Adversarios, enemigos y
compañeros de partido” que unos atribuyen a Giulio Andreotti y otros a Konrad
Adenauer.
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Tomás Blanco, a la puerta de la sede regional del PSOE |
Un cainismo furibundo que ha llegado incluso a
faltar el respeto a alguien con una trayectoria política tan irreprochable como
la de Jesús Quijano, cuya autoridad
se vio desafiada el pasado lunes con la esperpéntica rueda de prensa celebrada
por el ex secretario del PSOE abulense, Tomás
Blanco, a la puerta de la sede autonómica del partido. “Han sido las
palabras de un ciudadano más en la vía publica”, dijo con retranca Quijano
tratando de quitar hierro el asunto. El problema es que, aunque ya no ocupe
cargo orgánico en el partido, el ciudadano en cuestión es el portavoz
socialista en la Diputación
de Ávila, quién abandonó sus ocupaciones en la provincia para denunciar en
Valladolid el ridículo “complot de los wats-app”.
¡Cómo si fuera un secreto que
Celestino Rodriguez, Javier Izquierdo, Antonio Plaza, Juan Luis Gordo (y puede que algún otro
secretario provincial sin “wats-app”) han estado siempre del lado de Óscar López en su guerra intestina con Julio Villarrubia…!
Visto el cariz de los acontecimientos, la
gestora que encabeza Quijano ha tenido que hacer un llamamiento público a las
comisiones ejecutivas provinciales, comarcales y locales, “a todos y cada uno
de los militantes y a cuantos nos representan en las instituciones”. “Les
pedimos expresamente --dice la gestora- que ejerzan sus derechos como
socialistas a través de los cauces que el propio partido tiene establecidos,
que no adopten iniciativas de dudoso encaje en las normas estatutarias, que no
diriman sus lícitas discrepancias en otros ámbitos, que eviten declaraciones,
expresiones o actitudes que puedan suponer menosprecio para otros compañeros,
(…) que seamos capaces entre todos de reducir la tensión y de recuperar la
normalidad que debe presidir tanto nuestra vida interna, como nuestra presencia
en la sociedad”.
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Óscar López |
Horas después de que se hiciera público este
llamamiento, ayer comparecía ante los medios de comunicación Óscar López, quién no había dicho ni pío sobre la crisis desatada
en el PSOE de Castilla y León tras la voladura de la ejecutiva autonómica que
encabezaba Villarrubia. Y el todavía Secretario Federal de Organización
prácticamente ni se ha dado por aludido. Ni se ha reconocido inductor de la
dimisión en bloque que derrocó al secretario autonómico, ni ha aclarado si
piensa optar al cargo en el congreso extraordinario -a celebrar como
pronto en septiembre- y si va a presentarse a las posteriores elecciones primarias para elegir el
candidato socialista a la presidencia de la Junta.
Por su parte,
Villarrubia tampoco ha vuelto a abrir la boca desde la noche de su
derrocamiento, en la que, eso sí, anunció su propósito de intentar recuperar la
secretaría autonómica y de concurrir a esas primarias.
El hecho de que el nuevo secretario autonómico
vaya a ser elegido mediante el voto de todos los militantes hace concebir la
esperanza de que desde las bases pueda emerger una tercera vía que desplace tanto a López como Villarrubia, ambos responsables por igual de la penosa
situación en que se encuentra el partido en Castilla y León. No son muchas las
opciones, entre otras cosas porque el frentismo entre ambas facciones ha
contaminado a gente valiosa que, de no haberse alineado en uno de los bandos,
podía haber encarnado esa renovación. Pero lo que es seguro es que la
continuidad de López o de Villarrubia agravaría todavía más el comatoso estado
en que encuentran los socialistas de esta comunidad.
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José Antonio de Santiago-Juárez |
Ambos
representan la misma apuesta perdedora que en 27 años no solo no ha conseguido
constituirse en alternativa de gobierno, sino que ha devenido en una oposición
resignada, acomplejada y acomodada, incapaz de plantar cara al PP. Indolente
incluso ante ex abruptos como los del consejero portavoz de la Junta, José Antonio de Santiago-Juárez, quien la pasada semana utilizaba su
tribuna institucional para preguntarse, precisamente él, “si los socialistas son
tan desleales y vengativos como aparentan, o está en su ADN”. Y en vista de que
nadie se había molestado en contestarle, el propio De Santiago-Juárez elevaba
su escalada denigratoria en el pleno de las Cortes de esta semana afirmando que
“el PSOE ya no tiene ni votos ni dignidad ni prestigio”, dicterio que asimismo ha quedado sin respuesta.
Un humillante silencio que revela la
postración socialista ante la soez prepotencia de un personaje con tantos
motivos para callar como el portavoz de la Junta, quien ha olvidado que hace justo un año tuvo que agradecer a la oposición que hubiera mirado
para otro lado ante un flagrante abuso de poder cometido desde su cargo. Ya que
el PSOE se está cociendo en su propia salsa, el PP podía haber tenido la
elegancia de callarse. Pero no. Ha tenido que ser el menos indicado quien se ha recreado hurgando groseramente en la herida socialista. Una vez más, él solo
ha vuelto a retratarse.
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