Juan Vicente Herrera y Cristobal Montoro |
Aunque la semana pasada el ministro Montoro ha suavizado alguno de sus
aspectos, el objetivo de esa Ley era y sigue siendo forzar la desaparición del
90 por ciento de los ayuntamientos españoles. La piedra angular consiste en
transferir los servicios que prestan a las Diputaciones provinciales, las
cuales se ocuparán después de “externalizarlos” (otro eufemismo con el que se
sustituye el verbo “privatizar”, que se entiende mucho mejor).
Pese a esos últimos retoques, a la Junta sigue sin hacerle ninguna
gracia la “reforma local” estatal, que se solapa con su cansina “ordenación
territorial”. En realidad ambas comparten el objetivo de reducir drásticamente
el mapa municipal, cargándose, por una u otra vía, a la inmensa mayoría de los
municipios. En el caso de la
Junta mediante el subrepticio método de agruparlos en las
llamada “unidades básicas de ordenación y servicios del territorio” (antes
denominados distritos) que encubren una futura concentración municipal.
¿Cuál es la verdadera herida por la que
respira el gobierno Herrera contra
la reforma local de Montoro? Pues
precisamente por uno de los pocos aspectos que tiene de racionalización: Que de
acuerdo con el principio “una competencia, una Administración”, la Junta, como titular de las
competencias en Educación y Sanidad, se haga cargo de las funciones subalternas
(mantenimiento de centros escolares, consultorios, etc.) o complementarias que
ejercen los ayuntamientos en esas materias. Ese gasto, que para los municipios
supone una onerosa carga, es el que se resiste a asumir la comunidad autónoma.
Protesta en la estación de Salamanca |
Mientras se concentran miles de millones de
euros en la construcción de lineas de Alta Velocidad que jamás serán
rentables, RENFE va a dejar a cientos de localidades españolas sin ferrocarril, solo para ahorrar 86,5 millones de euros, que es menos de los que costó construir 6 kilómetros del AVE
entre Madrid y Barcelona. Y a diferencia de otras comunidades, caso de Aragón, la Junta no piensa aportar un euro para salvar ninguno de los servicios ferroviarios que se van a suprimir
en la comunidad. Tan solo está dispuesta a colaborar para poner en marcha líneas alternativas de autobús que garanticen el transporte público en los núcleos
de población excluidos del mapa ferroviario.
Y es verdad que la Junta carece de competencias
en materia de transporte ferroviario. Pero ello no le impide alcanzar acuerdos
con RENFE para mantener líneas y servicios que deberían considerarse
estratégicos para la vertebración territorial de la comunidad. Sobre todo
después de haberse gastado en su día nada menos que 400 millones de euros en
una autovía, la
León-Burgos, que no tenía ni necesidad ni obligación de
ejecutar, ya que discurre paralelamente a una carretera de titularidad
nacional, la N-120
(Logroño-Vigo). Una costosa obra que durante años ha lastrado y sigue lastrando
(su coste de mantenimiento supera los 20 millones de euros anuales) otras
inversiones mucho más prioritarias en la red autonómica de carreteras.
Protesta ante la consejería de Sanidad |
Y ojo la
reforma que se está urdiendo para garantizar la “sostenibilidad” del sistema público
de pensiones, que puede suponer ser, con diferencia, el peor de todos los golpes
asestados hasta ahora al Estado de Bienestar.