No sé qué pensará el ciudadano que mal que bien viene sufriendo con resignación la pandemia y todo lo que de ella se viene derivando, pero a mí particularmente me empieza a resultar cansino tanto marear la perdiz con la presunta, supuesta, eventual e hipotética moción de censura de los socialistas de Castilla y León contra el gobierno que preside Alfonso Fernández Mañueco.
Hace un par de semanas, cuando comenzó a darse pábulo al runrún, analicé aquí el asunto y llegué a la conclusión de que dicha posibilidad resultaba absolutamente quimérica. Y en ello me ratifico, dando por sentada, claro está, la premisa de que dicha moción solo se presentaría para ganarla, es decir, teniendo atados de antemano los apoyos necesarios (un mínimo de 41 de los 81 procuradores que integran el pleno de las Cortes).
Cuestión distinta sería obviamente que el PSOE, a sabiendas de que la perdería, presentara la moción con carácter instrumental, con el doble objetivo de desgastar al bipartito que malgobierna la Junta y reafirmarse como alternativa de gobierno para reemplazarlo. Pero Luis Tudanca y los suyos han descartado esa estrategia y aseguran que trabajan en recabar los apoyos necesarios para que la iniciativa salga adelante.
Tudanca, flanqueado por Ana Sánchez y Virginia Barcones |
Cosa distinta también es que con el tiempo el barco de Ciudadanos, a la deriva desde su descalabro en las pasadas elecciones generales -el de Cataluña venía por añadidura-, se vaya del todo a pique y algunos de los naúfragos busquen su tabla de salvación ofreciendo sus votos a al PSOE. Pero esa no es por ahora la situación, aunque pudiera serlo si Arrimadas claudica y acepta la fusión fría que pretende Pablo Casado o si éste lanza una OPA hostil que provoca desafecciones en las filas naranjas. Igualmente, tampoco hay que descartar que más adelante, si el gobierno Mañueco no consigue enderezar su rumbo, el PSOE de Tudanca gaste el cartucho de la moción de censura instrumental y estratégica al modo que lo hizo en su momento Felipe González contra el gobierno de Adolfo Suárez.
Eso sí, el mero anuncio de la presunta, supuesta,
eventual e hipotética moción ha devuelto visibilidad como alternativa a un Tudanca que se borró de hacer oposición durante los 8 primeros meses de
pandemia. Y otra cosa más: el hecho de que la iniciativa haya encontrado el respaldo del alcalde
de Valladolid, Óscar Puente, ha
contribuido a limar las asperezas que ambos exhibieron hace meses en público.
Rentabilizado así el amago de moción, mejor harían Tudanca y los suyos en dejar
de marear la perdiz, evitándose con ello chanzas como la del secretario
autonómico del PP, Paco Vázquez, que
ha asemejado la actitud socialista con el desternillante “Hoy no, mañana”
popularizado por José Mota.
García Egea y Fernández Mañueco |
La primera fase de la operación consiste en hacerse con el control de los aparatos provinciales del partido, colocando en ellos a afines a Casado elegidos en los congresos que han comenzado a convocarse. Conseguido ese objetivo, la segunda fase consistirá obviamente en apear a Mañueco de la presidencia del PP de Castilla y León en el posterior congreso autonómico, privándole con ello de repetir como cartel electoral en las elecciones autonómicas de 2023.
La verdadera moción de censura.- A Mañueco no le preocupa lo más mínimo la amenaza de una moción de censura socialista que sabe que no es inviable, y menos aún que Arrimadas le exija el relevo de Igea, con lo que la presidenta de Ciudadanos le haría el gran favor de permitirle soltar el insoportable lastre que le atenaza (máxime cuando ello comportaría las salidas de la lacrimosa y lacrimógena Verónica Casado y de la amiga Ana Carlota, la “dama de las orquídeas”, dos comparsas políticas manejadas a capricho por el vicepresidente).
La verdadera moción de censura que pende sobre
la cabeza de Mañueco es la que ha puesto en marcha Génova para arrebatarle el
control del partido en Castilla y León. No es ya que Casado no le haya perdonado
nunca el apoyo del actual aparato autonómico del PP a Soraya Sáenz de Santamaría, su contrincante final en la carrera por
suceder a Mariano Rajoy. El problema
es que la relación se ha ido deteriorando aún más a causa de determinadas decisiones de Mañueco que Génova se ha ido tomado como sucesivas afrentas a la dirección nacional.
Una
de ellas fué la de salir al rescate de Jesús
Julio Carnero, cuyo nombramiento como consejero de Agricultura le salvó del ostracismo político al que se le quería condenar por su negativa a ceder el
control de la Diputación de Valladolid a los afines a Casado. Por razones que
serían largas de explicar, verdaderas ronchas levantó en Génova el fichaje como asesora
del presidente de la Junta de Esther
Muñoz, la exsenadora leonesa del PP y estrecha colaboradora en tiempos del
compadre Fernando Martínez Maillo.
Y sobradamente conocido es el pifostio montado
por la repesca del exgerente regional del partido, Pedro Viñarás, contratado como “asesor en estratega política” del
grupo parlamentario popular de las Cortes después de que Génova hubiera pactado
con él el pasado verano un despido saldado con una indemnización próxima a los
70.000 euros (tal es el rebote de García Egea con este último episodio que
promovió la apertura de un expediente interno en el que han exigido de Mañueco,
presidente del grupo, y de Raúl de la Hoz,
portavoz, las correspondientes explicaciones ante lo que consideran una
“posible desobediencia a los órganos de gobierno y representación del partido”.Salvador Cuz y Bienvenido de Arriba
En relación con los congresos provinciales del PP, escribí aquí hace algunas semanas que la fortaleza de Mañueco se sustentaba en tres bastiones que parecían inexpugnables: Salamanca, su provincia de origen, Zamora, coto de su compadre Maillo, y Segovia, predio de Vázquez, el secretario autonómico. Pero a la maquinaria de Génova no se le pone nada por delante y en las tres provincias se ha puesto manos a la obra para promover candidaturas afines a la dirección nacional.
A raíz de que “El Mundo” (edición nacional) se hiciera eco del plan genovés para relegar a Mañueco, se han conocido los promotores del grupo que articula la alternativa casadista en Salamanca, entre los que aparece nada menos que el primer portavoz adjunto del grupo popular de las Cortes, Salvador Cruz, el senador Bienvenido de Arriba, una buena parte de los representantes del PP en la Diputación (el vicepresidente segundo y cuatro diputados provinciales), así como la exdiputada provincial Chabela de la Torre, quien se postula como candidata a presidir el PP salmantino.,
Javier Maroto |
Y en Segovia, donde Casado ya metió una cuña cuando impuso como candidato a la alcaldía de la capital a Pablo Pérez Coronado, a Paquito Vázquez y a sus vicarios, la presidenta provincial, Paloma Sanz, y el delegado territorial de la Junta y coordinador del partido, José Mazarías, éste un cuñado de los que se porta, comienzan a temblarles las piernas.
El motivo es que ha entrado
acción el ilustre vecino de Sotosabos Javier
Maroto, afiliado al PP segoviano a raíz de que los procuradores del PP y
Ciudadanos tuvieran a bien elegirlo senador en representación de esta
desdichada comunidad autónoma. Maroto anda urdiendo una alianza interna que, de
prosperar, volcaría a la mayoría del partido a favor de Génova, dejando algo
más que con un palmo de narices a Vázquez, Sanz, Mazarías y por supuesto, a
Mañueco, que tuvo que pechar con el alto coste político de regalar el escaño de senador
autonómico al exalcalde de Vitoria y candidato a diputado del Congreso por
Álava no electo en las últimas elecciones generales. En el pecado puede llevar la penitencia.