No hubo sorpresa en el marcador y la primera moción de censura presentada, debatida y votada en la era autonómica iniciada en 1.983 no obtuvo el respaldo necesario para derribar al gobierno de esta maltrecha comunidad autónoma. El grupo socialista (35 procuradores) necesitaba el apoyo de otros seis para alcanzar la mayoría de 41 requerida para que la iniciativa llegara a buen término.
Luis Tudanca entrando en el hemiciclo |
El pasado viernes, la deserción de Ciudadanos de la procuradora salmantina María Montero inducía a pensar que alguna otra compañera del mismo grupo adoptaría antes del lunes la misma decisión. Pero no ha sido así y al final el candidato Luis Tudanca tan solo sumó a los votos de su grupo los dos de Podemos, en total 37, ya que la citada Montero y los procuradores de la UPL y de “Por Ávila” acabaron absteniéndose. Resultado final: 37 votos a favor, tres abstenciones y 41 en contra, puesto que la procuradora de Vox sumó su voto negativo al de los 29 del grupo popular y al de los 11 de Ciudadanos. (Cabe pensar que si sus votos hubieron sido determinantes, tanto la procuradora fugada de Ciudadanos como el leonesista Santos Reyero hubieran votado a favor, pero al no resultar decisivos prefirieron refugiarse en la abstención).
Archiconocido es que hay dos tipos de mociones de censura, las que se presentan con fundadas esperanzas de derribar al gobierno de turno y aquellas otras que, careciendo de cualquier posibilidad aritmética de victoria, se presentan con el único objetivo de desgastar al gobierno de turno y proyectarse como alternativa pensando en la siguiente convocatoria electoral. Los socialistas habían rechazado este segundo carácter instrumental, enmarcando la iniciativa en la primera modalidad: la moción se presentaba confiando en que se ganaría. Sin embargo, comprobado está que se lanzó sin tener garantizados los apoyos necesarios.
Aplausos de los suyos a Mañueco tras votarse la moción |
Tudanca no ha conseguido hacerse con la presidencia de la Junta, pero su papel como alternativa de gobierno no se ha visto resentido por el hecho de que la moción no haya conseguido el cambio de gobierno pretendido. Convertir esto último en un argumento para sugerir su dimisión resulta tan pueril como extravagante.
María Montero, ayer en las Cortes |
PP y Ciudadanos tendrán que buscar ahora entre las minorías del grupo mixto el voto que les falta para poder sacar adelante sus iniciativas parlamentarias. Disponen de varias opciones, pero ninguna de ellas exenta de coste político. Lo tiene apoyarse en la procuradora de Vox, Fátima Pinacho, cuyo ideario ultraderechista no será fácil de conciliar con el de un partido, Ciudadanos, que sigue reivindicándose de centro (por más que en la práctica rebase con frecuencia al PP por la derecha).
Más
asequible parece sobre el papel el entendimiento con el procurador de “Por
Ávila”, Pedro J. Pascual, de
evidente afinidad ideológica con los populares. Pero dar cancha a un partido
escindido del propio PP abulense tiene evidentes contraindicaciones electorales
(por cierto no precisamente del agrado de Génova, toda vez que el líder de PxA,
el alcalde Jesús Manuel Sánchez Cabrera,
creó la formación en respuesta a la decisión de Pablo Casado de vetarle como candidato del PP a la alcaldía en las
pasadas elecciones municipales). Queda por último, la opción de cautivar el voto
del procurador leonesista, empresa un tanto ardua visto lo deterioradas que
están las relaciones entre la UPL y el PP.
Gemma Villarroel e Inés Arrimadas |
Después de que haya perdido la mayoría absoluta, solamente el
persuasivo influjo de la chequera mediática -manejada con la misma
discrecionalidad de siempre desde el Colegio de la Asunción- explica la
corriente de opinión según la cual el presidente de la Junta ha salido
reforzado de una moción que ha conseguido salvar gracias a que así lo ha
querido Inés Arrimadas.
La atribulada lideresa de lo que queda de Ciudadanos todavía le puede prestar un inmenso favor añadido si se decide a activar su plan de forzar la remodelación de gobierno de la que hablábamos aquí ayer. Amén de ser saludada con gran alivio por una amplia mayoría social de Castilla y León, la defenestración política del clan constituido por Igea y sus adláteres será desde luego una liberación para un presidente encadenado a tan insoportable lastre.