Si
la pregunta es si el gobierno bipartito PP-Ciudadanos encaramado a la Junta de
Castilla y León desde las autonómicas de 2019 se ha hecho acreedor en estos 20
meses a una moción de censura, mi respuesta es que su deficiente gestión antes
y durante la pandemia justifica sobradamente la iniciativa del PSOE, el partido
a la sazón más votado en aquellos comicios y con mayor número de escaños en el
Parlamento Autonómico.
Dicho lo cual, a renglón seguido añado que a mi juicio la primera moción de censura presentada en los 38 años de historia de esta comunidad autónoma no se atiene a la lógica política asociada a este potente mecanismo parlamentario. En la política española hemos conocido hasta ahora dos tipos de mociones de censura. La más habitual es la que se presenta sin disponer de los apoyos suficientes - conscientemente, por tanto, de que no va a prosperar- con el doble fin de desgastar al adversario y postularse como alternativa. Es el caso de la presentada por Vox el pasado octubre, si bien habría que matizar que la formación ultraderechista no pretendía tanto reafirmarse como alternativa de gobierno como disputar al PP la hegemonía de la derecha española. Como moción puramente instrumental fue la presentada anteriormente por Podemos contra el gobierno de Mariano Rajoy.
Alfonso Fernández Mañueco |
La moción socialista a sustanciar en Castilla
y León es una extraña mixtura entre ambas modalidades. Se había anunciado
semanas antes al rebufo político del varapalo del Tribunal Supremo al osado
adelanto del toque de queda, asegurando que se presentaría una vez garantizados
los apoyos necesarios (un mínimo de 41 procuradores de las Cortes), es decir, con
el decidido propósito de desalojar a Alfonso
Fernández Mañueco y aupar a Luis
Tudanca a la presidencia de la Junta.
Así estaban las cosas cuando el seísmo con
epicentro en Murcia produce réplicas en Madrid y Castilla y León, y desde el
eje Moncloa-Ferraz se decide precipitar en esta comunidad una moción que ni en
ese momento ni hoy dispone del respaldo necesario para prosperar. Una semana
después, el PSOE (35 procuradores) únicamente tiene asegurados los dos votos de
Podemos. Si en última instancia el éxito de la empresa dependiera del procurador
de la UPL, no tengo la menor duda de que Luis
Mariano Santos lo prestaría, dada la cordial entente que mantienen
socialistas y leonesistas (si su voto no es decisivo, probablemente se abstenga
para no tener ningún coste). Igual que pienso que la moción fracasaría si el
voto decisivo fuera el del procurador de “Por Ávila”, partido escindido del PP
que pagaría un oneroso coste sumando su voto al de Podemos para hacer volcar la
Junta del lado socialista.
Procuradores de C´s en los pasillos de las Cortes |
Los 12 procuradores naranjas van a rechazar la moción y ello a pesar de que la inmensa mayoría de ellos echan pestes en privado de la facción de su partido que, acaudillada por el vicepresidente Francisco Igea, teóricamente representa a Ciudadanos en la Junta. Pero la idea de Arrimadas y del sector oficial nunca ha sido romper el pacto con el PP (socio de gobierno en varias Diputaciones e importantes ayuntamientos, excepción del de Burgos), sino pedir a Mañueco que destituya a Igea y nombre en su lugar a la leonesa Gemma Villarroel, coordinadora autonómica del partido. Pero con la que le ha caído encima a partir de lo de Murcia, Arrimadas no está en condiciones de realizar ese movimiento y lo ha tenido que aparcar (quizá hasta nunca, si, como todo indica, el descalabro electoral al que parece abocado Ciudadanos en Madrid supone su tumba política y la desintegración del partido).
Luis Tudanca ayer en Salamanca |
En resumen, después de esta moción, Castilla y León habrá dado un perfecto e inútil giro de 360 grados. Eso sí, Igea salvará una bola de partido, pero el juego sigue y es harto improbable que conserve el puesto hasta el final de una legislatura que todavía no ha llegado a su ecuador.
Publicado en www.burgosnoticias.com y www.ileon.com