En plena cuesta de enero nos siguen gastando inocentadas. Y de las gordas. ¿Cómo calificar, si no, la del Fondo Monetario Internacional, que ahora se nos cae del caballo y reconoce que las políticas de austeridad que ha recetado para combatir la crisis no han hecho otra cosa que hundirnos en la recesión? Manda narices, o tiecojó, que diría el admirado Tomás Hoyas.
“Los pronósticos subestimaron significativamente el aumento del desempleo y la caída de la demanda interior”, dice el economista jefe del FMI. No hacía ír a Harvard y doctorarse en Economía para haber previsto que los recortes presupuestarios iban a deprimir todavía más la actividad económica y, por ende, destruir mas empleo. Por si no se habían percatado, hubo algún que otro premio nobel, como Paul Krugman, que les advirtió desde el primer momento de lo muy contraproducente de esas recetas.
Pero ellos ni pajolero caso. Siguieron a lo suyo, recomendando una terapia que, para desgracia nuestra, automáticamente hizo suya Ángela Merkel. Y Rajoy no solo asumió disciplinadamente el erróneo tratamiento, sino que lo reforzó con una reforma laboral que, en lo referente al empleo, ha potenciado aún más los nocivos efectos. El resultado es que Eurostat, la oficina estadística de la Unión Europea, cifra por encima de los 6 millones el número de parados en España, con una tasa de paro juvenil del 56,5 por ciento.
Convendría puntualizar además el mal empleo que se hace de la palabra austeridad, cuyo significado, como bien ha señalado Angeles Caso en uno de sus lúcidos artículos, no se compadece con el sentido con que se está utilizando. Y mucho menos admisible es que cualquier recorte del gasto público se equipare, sin mas, a la benéfica idea que tenemos del ahorro. Dicho de otra forma: Una cosa es eliminar el gasto superfluo, esto es, el derroche y el despilfarro, y otra muy distinta recortar prestaciones tan básicas como la Sanidad, la Educación, las pensiones, el subsidio de desempleo o los servicios sociales. Recortar por ejemplo en Investigación, lejos de un ahorro, constituye un claro despilfarro, toda vez que malogra la inversión previa realizada en tan indispensable campo.
Mariano Rajoy Angela Merkel |
Cercenar los derechos sociales no es ahorrar, es endosar al conjunto de los ciudadanos la factura originada por la insaciable codicia de un poder financiero sin escrúpulos.
Eso independientemente de que, a estas alturas de esta espantosa película, los mismos gobernantes que recortan esos servicios básicos siguen manteniendo mucho gasto superfluo. Produce estupor, por ejemplo, conocer las prebendas de que siguen gozando en 2013 los ex presidentes de distintas comunidades autónomas y de distinto signo político.
Los recortes sociales están siendo especialmente dañinos, por cuanto, además de suprimir o deteriorar servicios públicos, están engrosando las listas del paro, justo lo contrario de lo que dicen perseguir quienes los aplican. Y cuando se incrementó la jornada laboral de funcionarios y empleados públicos, no se trataba de incrementar su productividad, sino de disponer de una gran bolsa de horas que permitiera prescindir del personal laboral contratado temporal o incluso indefinidamente.
La Federación de Servicios Públicos de UGT denunció ayer que en Castilla y León se han perdido en 2012 alrededor de míl empleos públicos. Muy corta se queda dicha estimación, me parece a mí. Según los sindicatos del sector, solamente en Educación se ha suprimido más de un millar de plazas. Súmense los contratos “ahorrados” en Sanidad y, en mayor o menor medida, en todas las demás Consejerías, y el número de empleos suprimidos solo por la Junta ascenderá a varios miles.
2013 empieza además de la peor forma posible, con varios ERES en curso que mandarán al paro a otros cuantos centenares de trabajadores públicos. Particularmente sangrante es el despido de los 114 orientadores laborales que han venido prestando sus servicios en el ECYL, el servicio regional de empleo. Curiosa forma de atajar el paro la de mandar al ídem a todo un colectivo laboral especializado en combatirlo.
Protesta ante una sede del ECyL |
Harina de otra costal es el de la pérdida de empleos derivada de la reducción del llamado “sector público” constituido por sociedades, empresas, fundaciones y demás entes o chiringuitos que succionan de la ubre de la Junta. Aparte de resultar en su mayoría innecesario y de haber disparado el déficit de la comunidad, todo ese conglomerado ha servido para enchufar a decenas de correligionarios, amiguetes y toda clase de parentela relacionada con el PP, muchos de ellos con sustanciosos sueldos. Mi duda es si a la hora de soltar lastre se prescindirá de toda esa legión de enchufados o solo perderán el empleo los que no dispongan de las suficientes agarraderas para salvarse de la quema. Iremos viendo.