Hasta poco antes de su fusión con Caja España, Caja Duero había gozado de un estado financiero envidiable. Desde su refundación a partir de la fusión de Caja Salamanca y Caja Soria, era una entidad saneada y en expansión, de acreditada solvencia y fortaleza. Sin embargo, a partir de 2004, momento en el que Julio Fermoso se convierte en presidente ejecutivo, el Consejo de Administración, copado por políticos del PP y el PSOE, se embarca en una serie de operaciones que con el tiempo acabarán minando su salud financiera.
Sede de Caja Duero en la calle Marqués de Villamagna |
Pero la de Air Nostrum solo fué un eslabón de toda una cadena de inversiones de dudosa rentabilidad, cuando no de evidente riesgo. A partir de 2006 a Fermoso -en todo momento respaldado por el alcalde de Valladolid, Javier León de la Riva, vicepresidente hasta marzo de 2008- le entra una especie de fiebre compulsiva por ampliar el patrimonio inmobiliario de la entidad. Nada reprochable si se hubiera comprado a precio interesante. Sin embargo, los 90,8 millones desembolsados por el edificio madrileño de la calle marqués de Villamagna, los 19,6 pagados por otro edificio en el centro de Valencia o los 14 de la Casa de María de la Brava, en la salmantina plaza de los Bandos, no fueron precisamente ninguna ganga. Mas asequible (7 millones de euros) fue la adquisición del teatro Lope de Vega, de Valladolid, si no fuera porque su rehabilitación y equipamiento se disparaba a otros 17 millones, lo que desató más tarde todo un conflicto institucional.
Francisco Hernando "El Pocero" |
En marzo de 2008 el alcalde de Valladolid se ve obligado a abandonar Caja Duero por imperativo legal, al agotar el plazo máximo de 12 años previsto por la Ley de Cajas. Pero su salida no va a resultar nada pacífica. Su intento de que la concejala Mercedes Cantalapiedra ocupe su vacante se va al traste al oponerse a ello el consejero de Economía, Tomás Villanueva, por entonces todavía presidente del PP de Valladolid. Y en lugar de Cantalapiedra es Cristina Vidal la que se incorpora un consejo en el que previamente el ex delegado del Gobierno Isaías García Monge habia ocupado la vacante dejada en verano de 2007 por el actual consejero de la Presidencia de la Junta. Con ello Fermoso se había quedado huérfano de sus dos grandes apoyos entre los consejeros del PP: el inseparable e intrigante dúo formado por De la Riva y José Antonio De Santiago-Juárez.
De Santiago y De la Riva |
La oposición de García Monge, que había heredado la vicepresidencia, y del director general, Lucas Hernández, a la rehabilitación del teatro Lope de Vega, por entender que suponía un gasto demasiado elevado cuando ya asomaba la crisis, desató la indignación del alcalde de Valladolid. Al veto sufrido por la concejala Cantalapiedra se sumaba ahora la paralización de un proyecto que él había apadrinado y que quería rentabilizar políticamente. Consecuencia de ello fue aquella pataleta del alcalde amenazando públicamente con romper la relación financiera preferente mantenida por el ayuntamiento vallisoletano con la caja de la que había sido consejero durante 12 años.
Lo mas insólito del caso es que en ese momento Javier León de la Riva seguía disfrutando de una prebenda proporcionada por Caja Duero: un puesto en el consejo de Administración del banco de negocios EBN. Según estimaciones del grupo municipal socialista, dicho consejo le reportaba al alcalde alrededor de 10.000 euros anuales en dietas, dándose la circunstancia añadida de que algún otro accionista del mismo banco, concretamente la constructora Corsán-Corviám, era adjudicataria de obras licitadas por el ayuntamiento de Valladolid. La presencia de De la Riva en EBN se remonta al menos a 2005 y se ha mantenido hasta noviembre de 2011, año y medio después de consumada la fusión entre Caja Duero y Caja España.
Visto el panorama, Fermoso decidió en abril de 2009 renunciar al sueldo de 360.000 euros anuales cobrado durante los cinco años anteriores, manteniéndose como presidente sin más hasta la inexorable fusión con Caja España. El fin de su presidencia ejecutiva cierra una etapa negra -el quinquenio 2003-2008, en el que se incubó la posterior ruina de esa entidad tan saneada y solvente que era Caja Duero.